EL NUEVO SIGLO solicitó en su editorial una lupa a la “contratitis” de los mandatarios salientes, a esos a los que se les cumple el período el 31 de diciembre y que no se resisten a escurrir presupuestos y dejar la olla raspada a sus sucesores.
Cuando la caballerosidad y las buenas costumbres estaban por encima de la corrupción, el manejo de las administraciones y las sucesiones se producían en forma limpia y honorable.
Este año, las cosas son diferentes: llenaron de avisos, panfletos y publirreportajes a los medios, mostrando sus dudosas gestiones. Aún hoy lo hacen, agotando presupuestos. Dejan exhaustos los fondos a quienes los reemplazan.
El caso de Bogotá se destaca, porque la alcaldesa, a la que se le vence el período, tiene como meta llegar a la Casa de Nariño. Con la oleada de avisos y publicaciones pagadas, quiere elevar su imagen negativa que hoy supera el 70%, mientras que anuncia que se alejará del país un tiempo para descansar, estudiar y divertirse.
Entre tanto firma, a última hora costosísimos “proyectos” irrealizables o inútiles que entorpecerán la gestión a su sucesor Carlos Fernando Galán. Increíble que, contra toda lógica, adjudique a las carreras el tal corredor verde, que dará publicidad a los “verdes”, su movimiento político.
Deja abierta, sin licencia ambiental y sin importar el daño climático, la reserva forestal Thomas van der Hammen, para beneficio de ciertos urbanizadores.
Dedicó sus cuatro años de gobierno paralizar la capital, con obras a cuenta gota, un pico y placa irracional y unas cámaras ilegales para multar a quienes se atrevan a transitar por una ciudad embotellada. Nada se diga del pésimo, inseguro y azaroso transporte público, ni del pánico que se apodera de los habitantes a lo largo y ancho de la capital. La extorsión, el microtráfico, el crimen organizado y todas las formas de criminalidad se conjugan en la Bogotá que nos deja Claudia.
Utilizó el facilismo para darle movilidad a los ciclistas, angostando las vías, calles y avenidas, sin reparar en lo que ello significa para la parálisis de Bogotá.
No solo la capital ha sido objeto de este tipo de gobiernos: una rápida mirada a cuanto pueblo existe en el país, ha sido objeto de administraciones erróneas y corruptas, que dejan sin fondos las arcas a los recién elegidos.
El editorial de este diario advierte, con preocupación, que Galán puede quedar con las manos amarradas y con la olla raspada, con atropellados contratos firmados a ultima hora, nóminas multiplicadas y demás deshonestidades, violatorias “del orden constitucional y legal que pueden generar procesos de orden penal, disciplinario y fiscal”. ¡Ojo!
El desorden en que queda Bogotá, que hoy desciende al cuarto lugar, tras Barranquilla, Medellín y Cali, difícilmente podrá superarse. Por ello el nuevo alcalde, debe madrugar este 1 de enero a tomar las riendas, antes que al despuntar el alba, le monten contratos, nombramientos y otras venalidades… traten de posponerle la hora de su posesión.
BLANCO: El premio de periodismo Simón Bolívar a la vida y obra, otorgado a la colega Cecilia Orozco. Felicitaciones.
NEGRO: Baja la inflación, pero el Emisor no se entera. Entre tanto el país sigue hacia la parálisis y el cierre de empresas.