Pepe era un hipopótamo que en 2006 fue separado de su manada, hizo vida con su compañera e hijo hasta que la Corporación Autónoma Regional del Centro de Antioquia -Corantioquia- expidió la resolución 130ZF-3547, del 9 de junio de 2009, mediante la cual autorizó la caza de la familia por considerarla un peligro para los cultivos, los animales y la personas con las cuales compartía territorio.
Diez días después, Pepe recibió dos tiros, uno en la cabeza y otro en el corazón. Su viuda e hijo parecían tener los días contados, una acción judicial logró frenar su cacería.
Al conocerse la muerte de Pepe, el ciudadano Cristian Jovanny Rodríguez Pomar interpuso una Acción Popular ante el Juzgado doce Administrativo de Medellín con el propósito de salvaguardar la vida de la hembra y el bebé, el Juez al expedir el auto admisorio ordenó la suspensión de la resolución de caza de control, quedando congelada la posibilidad de dar muerte al resto de la familia, el hijo “Hip” rodó con suerte y fue trasladado al Parque Jaime Duque; de su mamá no tenemos noticias.
De los treinta y un individuos que había en 2009 pasamos a ciento sesenta y nueve en 2022, según lo dio a conocer recientemente el estudio adelantado por el Instituto de Ciencias naturales de la Universidad Nacional y el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos “Alexander Von Humboldt”. Las autoridades competentes solamente se han dedicado a actuar de manera timorata, han hecho muy poco por invertir el espiral de crecimiento de la especie y no han logrado contener la expansión territorial, usando como comodín de defensa la existencia de una decisión judicial que les impide actuar, dando a entender desde esa época que la única salida es la muerte de los hipopótamos y como quiera que la decisión del juez doce administrativo lo prohíbe, entraron en pánico administrativo en el manejo de la especie.
Es hora de ir poniendo las cosas en blanco y negro. En la sentencia del 22 de febrero de 2012, el juez no prohibió controlar la especie, solamente protegió a dos individuos, al disponer en el numeral cuarto: “Exhortar a la entidades intervinientes en este proceso, ante el supuesto de que los dos hipopótamos restantes que se encuentran por fuera de su hábitat, llegaren a ser nuevamente avistados, la autoridad competente se abstenga de tramitar nuevos permisos que autoricen la caza de los mismos, y en su lugar junto con las demás entidades vinculadas a este proceso, adelantar las gestiones necesarias para obtener la captura y consecuente regreso de estos animales a su hábitat original, esto es a la Hacienda Nápoles, donde se encuentran los demás animales de su especie.”
Ni los animales escapan a las culpas póstumas. Es frecuente escuchar en los estrados judiciales a importantes criminales exculpando su acciones en la memoria de algún difunto compañero de andadas. Siempre será más fácil echarle la culpa al muerto, que asumir la responsabilidad propia.
@domingoanimal, luisdomingosim@gmail.com