Según Laureano Gómez se convence por lo que se es y por lo que se dice. La moral “genera autoridad que es la fuente del poder”. En su vida privada, Laureano Gómez fue de una austeridad impresionante. No tomaba, no trasnochaba, ni hacia invitaciones intrascendentes. Para Laureano, algo más importante que el talento en el conductor era el “carácter”. El carácter es una fuente continua, suscitadora de virtudes creadoras. El carácter como una energía sorda y constante de voluntad. Multitud de líderes colombianos brillan por inteligencia y su ilustración. Pero moralmente flaquean. Piensan más en “tener” que en “ser”. Prevalece en el medio aquello de “Dime cuánto tienes y te diré cuanto vales”.
La gente admira al literario y humanista. Pero el carácter tiene una grandeza estelar inmutable. Numerosos valores en la vida se encumbran por diversos motivos. Pero solo las personalidades morales, por cierto, poderoso magnetismo que logran dominar y avasallar.
Es la unidad de toda una vida la que da importancia a una persona. No se ejerce una vasta dominación sobre su tiempo, sin haber ejercido una alta dominación sobre sí mismo. Es poseyendo una gran conciencia que se llega a dirigir la conciencia de otros.
Lo moral es esencial, lo demás es accidental.
Laureano en la tribuna sacudía, enardecía y convencía. Un discurso de Laureano, además de la fuerza conceptual llevaba siempre una gran carga emocional. El orador, de raza, afirmó Rodrigo Borja, tiene gestos de domador.
La gesticulación es un ingrediente decisivo. Ortega y Gasset sostiene que: en orador “sopla como el espíritu divino, sobre el alma de la gente, haciendo tormentas e imponiendo calmas”. Personas que conversaron ampliamente con Laureano Gómez, en la intimidad de su estudio, cuentan que éste confesaba la manera como preparaba sus grandes intervenciones parlamentarias. Se paraba frente a un espejo gigantesco que iba del piso al techo. Allí entrenaba.
Toda aparente improvisación es un rato de síntesis, de toda una vida análisis. Se improvisan las palabras, no las ideas.
El orador calculadamente sube la voz o baja de tono. Agita los brazos, mueve la cabeza enciende la mirada o súbitamente se silencia para crear expectativa. El silencio, dice Rodrigo Borja, es también una manera de comunicación. Laureano Gómez resumía un discurso en una frase de impacto. Fidel Castro terminaba sus arengas con la expresión “patria o muerte”. Haya de la Torre terminaba sosteniendo: ¡Sólo el aprismo salvará al Perú! .Primo de Rivera repetía: ¡Arriba España, España eterna!
Cuando Laureano Gómez atacó sádicamente a los gobiernos conservadores el liberalismo les apoyó con fervor. Este caudillo hizo oposición feroz a Reyes, a los ministros y tumbó a Suárez. Ni algunos prelados ilustres escaparon a su verbo inquisidor. Todo esto lo aplaudió el liberalismo. Este partido laureanista hasta 1928, cuando Laureano Gómez sale del país como diplomático. Pero en el gobierno de Olaya, cuando se enardece contra las injusticias de este gobierno, lo rechaza. El rencor contra Laureano aumenta al formular oposición a López y Santos.