Andamos ya en las últimas de cambio antes de la primera vuelta presidencial, con los ánimos caldeados, con razón, porque lo que está en juego es la democracia y para defenderla, obviamente, debe existir polarización, toda vez que uno de los dos más fuertes contendores ha dicho que requiere por lo menos tres gobiernos para desarrollar su “proyecto de vida”. Y como sabemos que se trata de un ególatra irredimible, no debe estar pensando en Francia, en Quinterito ni menos en Gustavo Bolívar para ajustar la línea de carrera en la empresa país. “L'État, c'est moi” diría, cual Luis XIV, y todo su empeño irá en esa dirección, hasta que sacie sus ímpetus de grandeza y le dé rienda suelta a su condición de ser humano resentido y ambicioso.
Y hablando de Luises, el Luis XV que fue hasta hace poco candidato -duró mucho- nos dejó una buena idea, como para opacar la embarrada de proponer meterle una mata de marihuana a la bandera de Colombia: re-convertir la pacífica isla Gorgona en una gran prisión para corruptos, unas dos hectáreas donde podrían caber más de dos mil delincuentes y si sobrare espacio, añado, confinar allí a los peores violadores, infanticidas, parricidas y feminicidas, para recobrar su status como prisión de alta seguridad, como Alcatraz, en California, que cerró sus puertas en 1963, famosa porque por allí pasó una buena temporada el mafioso al Capone.. Nuestra Gorgona, siguiendo la orden de los ambientalistas al presidente Belisario Betancur, se finiquitó en 1984 y al punto las ratas hicieron fiesta y el hacinamiento en el resto de prisiones ha sido el primer crimen de lesa ecología humana.
Un mar de lecciones nos deja esta campaña: que el país sigue justamente polarizado, porque hay que reaccionar contra la extrema izquierda que representa un peligro para el sistema; que el populismo descarado sigue movilizando los grupos poblacionales menos informados que creen “en la gallina de los huevos alemanes de oro”; que hay juego sucio por parte de sectores que se han propuesto sabotear el proceso electoral; que los neutros -léase centro puro- están llamados a recoger y, por último, que la centro derecha ha descubierto a un inusitado y perfecto candidato que mueve a la gente que cree en la familia y en los valores elementales y buenos.
Post-it. Gran tipo, hombre cálido y sencillo, tuve la fortuna de conocer y trabajar de cerca con Mauricio Gómez, a fines de los 70s y comienzos de los 80s, cuando hacía mis prácticas periodísticas en El Siglo. Con Álvaro Gómez, Juan Diego Jaramillo y María Isabel Rueda conformaba mi selecto grupo de “jefes”. Mauricio era el Editor. Nada que ver con su carrera de derecho que adelantó en la Nacional, porque era, ante todo, un artista. Fue director y presentador del buen Noticiero 24 Horas, antes de dedicarse a las artes plásticas y finalmente regresó al periodismo fuerte tipo denuncia en grandes temas nacionales, como en asuntos ambientales y contra la corrupción; se ha ido un grande de la comunicación, sin ver condena alguna en el magnicidio de su padre. Con Jesucristo y con Álvaro estará, seguramente, sentado a la diestra del Señor, muy pendiente de la suerte de esta Patria...