"Vamos a acompañar la protesta estudiantil, vamos a acompañar a los camioneros, vamos a acompañar a los maestros y vamos a acompañar a todos los sectores que tienen contradicción en este momento con el Gobierno". Esta proclama, que parece de agitador profesional, de esos encapuchados que “acompañan” lo que sea, a punta de piedra y papas explosivas, o bien, la de Petro, que prometió ser opositor “desde la calle … para dirigir un pueblo que debe mantenerse movilizado”, es apenas la de un señor que dice representar a los agricultores; el mismo que, con el apoyo de Petro y los agitadores, armó “el tal paro” con saldo de muertos, heridos y pérdidas al país y a los agricultores que decía defender, antes de que el gobierno Santos lo neutralizara con la promesa de un “Pacto Agrario” dotado de un billón de pesos que nunca apareció.
No me imagino a un campesino “acompañando” la protesta universitaria, cuando su hijo apenas logra ir a la escuela; pero ese es el tono de las marchas “contra todo” que se están promoviendo en el país. No discuto la validez de la protesta estudiantil, pero me parece sospechoso que, después de años de silencio, los asalte la preocupación por el evidente abandono de la universidad pública; me parece inconsistente que persistan en la protesta callejera cuando, como nunca antes, el Gobierno abre espacios de diálogo y responde con un incremento histórico de los recursos para la educación universitaria. Da la impresión de que el legítimo reclamo “por algo”, movido por oscuros intereses, terminó convertido en protesta ciega “contra el Gobierno”.
Me parece sospechosa esa sumatoria de “contradictores”, comenzando por los maestros de Fecode, un gremio politizado, reconocido por su orientación de izquierda y su petrismo; un gremio que también extorsionó a Santos con el paro y logró que la evaluación del magisterio pasara de “innegociable” a postergada una vez más; un gremio que exige calidad pero se resiste a dejarse evaluar.
Los transportadores, como parecen tener por costumbre comenzando los gobiernos, no podían faltar a la protesta. Igual extorsionaron a Santos porque tienen cómo paralizar a un país con una deuda absurda con el ferrocarril, auspiciada, por supuesto, por los mismos transportadores. Tienen modernas carreteras, pero no quieren pagar por su utilización; quieren combustible barato, pero también subirle a los fletes; no quieren renovarse y se oponen a una chatarrización que no se ajuste a sus exigencias, un proceso, dicho sea de paso, permeado por la corrupción entre ellos mismos.
Asistimos a “la suma de todos los paros”. Cómo se ve que Petro está cumpliendo su promesa -¿amenaza?- posderrota. Cómo se ve que, detrás de motivaciones legítimas, subyace la estrategia de manipularlas para boicotear la gobernabilidad de Iván Duque. Imagino que los estrategas del caos ya tienen haciendo cola a la Uso y a Asonal Judicial, otros dos sindicatos de izquierda y con capacidad de paralizar, cuando les viene en gana, dos aspectos críticos de la vida nacional: las exportaciones petroleras y la ya desvencijada administración de justicia.
El presidente Duque, a pesar de esa sospechosa tendencia, ha marcado con claridad dos improntas de su gobierno: Primero: no es un gobierno “pontifical”, está abierto al diálogo y la discusión con todos los sectores políticos, económicos y sociales. Segundo: A diferencia de la posición claudicante de Santos, ante las Farc y ante todo el que pudiera extorsionarlo, el suyo es un gobierno independiente: “No aceptaremos la violencia como mecanismo de presión, ni el vandalismo como el lenguaje de la protesta social”. Más claro no canta un gallo.
@jflafaurie