Son muchos los políticos que se disputan con afán la Alcaldía de Bogotá, por ser el segundo cargo en importancia, después de la Presidencia. Brillantes hombres y mujeres se han lanzado tras ese “bombón” y muchos los que se han desempeñado con decoro y eficiencia. Recuerdan con nostalgia a Mazuera Villegas, Virgilio Barco, Luis Prieto, Jaime Castro y Gaitán Cortés. Peñalosa, hizo una buena labor en la alcaldía de 1997. Mostró algunas obras, pero su obsesión por la bicicleta, pudo más que la urgencia que tenía Bogotá de una adecuada movilización. A la 15 que tenía cinco carriles le recortó dos, para ampliar unos andenes mal programados y repletos de trampas humanas. Y no se diga nada del despilfarro con la invasión inútiles bolardos.
Desechó, como algunos de sus antecesores el metro y creyó haber descubierto el agua tibia con un sistema de transporte masivo llamado Transmilenio que ha costado una fortuna porque sus calzadas fueron mal proyectadas y pavimentadas con un tal relleno fluido, que no ofrecía calidad. Aún se están reparando esas rutas. Muchos especulan que ese tipo de vehículos eran promovidos por Peñalosa, cuando hizo parte directiva de la Volvo.
En el 2015 regresó a la Alcaldía para proyectar nuevas ideas que van contra la corriente. Destruir reservas ecológicas, angostar las pocas vías existentes para abrir ciclorutas, comprar -¿o vender?- otra vez buses contaminantes, adjudicar dudosamente licitaciones como la de los semáforos inteligentes, que legalizó con una carta falsificada de la Procuraduría. Y qué tal las de Bocarejo, el del tránsito que limitó la velocidad por ciertas avenidas, haya o no congestión.
La “mermelada peñalosa” repartida a los concejales para asaltar a la ciudadanía con un innecesario impuesto de valorización. Capítulo aparte hay que dedicarle a los abultados presupuestos para una publicidad amañada y engañosa sobre obras irreales. Y el caso de los “maletines amarillos” que a manera de bolardos quieren simular ciclorrutas. Estos los vende la “Empresa de Señalización” que los distribuye, a $150.000, pero al Distrito los compró a $350.000 cada uno.
Por todas estas cosas, Peñalosa tuvo que aplicarle a la sufrida ciudadanía el nuevo impuesto de valorización, que según lo afirmó en una columna periodística el ex vicepresidente Germán Vargas, no se necesitaba. El Distrito cuenta con endeudamiento aprobado por $20 billones de los cuales solo la mitad son para el Metro. Hay 2 billones de la venta de la EEB. Hay dinero suficiente. No se necesita meterle la mano al bolsillo de los bogotanos. Grave que los concejales, cuya lista fue publicada el martes en este diario, hayan aprobado el castigo ciudadano. Por esa lista es por la que no hay que votar en las elecciones que se avecinan. ¿Cómo pretenden salir reelegidos?
Peñalosa con la exuberante publicidad, con la que financia muchos medios, quiere recuperar la extraviada imagen, en su afán por llegar a la Casa de Nari.
BLANCO: No habrá IVA a la canasta familiar.
NEGRO: El IVA que saqueará a los pensionados.
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