La verdad no sé si reprochar o agradecer él informe de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos radicada en Colombia, presentado por Alberto Brunori, sobre aspectos relacionados con el orden público en nuestro país. Lo primero, por carecer de verdad y objetividad en su contenido, que termina convertido en afrenta al Estado y, lo segundo, por haber logrado una unidad nacional franca y cerrada en demanda de los argumentos y contenido mismo del informe.
La verdad, hacía mucho tiempo no veía a los colombianos tan fusionados en defensa de nuestra institucionalidad, respuesta que llena de orgullo y fruición a los conciudadanos que aplauden las manifestaciones de reproche y defensa patria. Por eso, muchas gracias señor Alberto Brunori. Pero independiente de ese magnífico logro quiero unir mi voz a las protestas, porque como colombiano también me duele mi patria que veo sojuzgada por su enfoque arbitrario.
Como cada colombiano encamina su incomodidad de acuerdo a conocimientos e intereses específicos, haré claridad sobre temas muy puntuales. El informe hace referencia al escuadrón móvil antidisturbios, Esmad, presentando consideraciones y críticas a su existencia y procedimientos; debate que ya hemos adelantado al interior de los últimos gobiernos, donde la experiencia, profesionalismo y formación del grupo en general y cada uno de sus componentes en particular, no admite críticas, por ser una unidad nacida y consolidada con el correr del tiempo y cada actuación es evaluada acumulando con ello conocimientos, que buscan efectividad óptima en los procedimientos, donde los errores son valorados analizados y enmendados para futuras eventualidades.
El progreso del Esmad está cimentado en asesorías externas venidas de otras latitudes, donde también existen estos cuerpos que son respetados y acatados por grandes centros urbanos donde han debido actuar. Luego no es solo experiencia criolla, nuestras instituciones beben de fuentes expertas en estas lides, llegando a la conclusión que estos grupos se convierten en el soporte de las administraciones para proteger a la ciudadanía ante las alteraciones del orden público
En cuanto al otro aspecto, ese que hace referencia a la Policía Nacional de Colombia, criticando su dependencia del ministro de la Defensa y ubicándola en el ministerio de la política, sería saludable hacerle saber a nuestro estimado Dr. Brunori que también se ventiló con lujo de detalles y argumentos y que él no es el primero en encarar este tema. No, eso ya lo hemos hablado y aun debatido entre nacionales, concluyendo para frustración de nuestro respetado representante de la ONU que dado el momento, con un posconflicto galopante, unas disidencias de la guerrillas queriendo hacer daño y una historia de conflictos internos, no es inteligente hacer este tipo de ajustes. Lamento la falta de información e historia a nuestro distinguido señor Brunori.