Si algo le ha quedado claro a los venezolanos, a Nicolás Maduro y al mundo, es que Juan Guaidó es un líder valiente, recursivo y perspicaz, además de inmensamente paciente.
Paciencia, paciencia, sin lugar a duda, es una de las virtudes más necesaria para lograr el cambio en Venezuela. Y quién no lo entienda, no entiende lo que ocurre en ese agobiado país, ni lo que es tratar de recuperar una nación de las garras del comunismo.
Los dictadores del momento, como son Maduro y Ortega, hoy llamados socialistas del Siglo XXI, se atornillan de tal manera al poder, como históricamente lo han hecho los comunistas, que para lograr desatornillarlos se requiere una bolsa de desatornilladores especiales y tener “la paciencia de Job”. Y es paciencia, precisamente, lo que le sobra a Guaidó.
En los meses que lleva como presidente interino de Venezuela, hoy reconocido por 50 naciones, sin perder la legalidad de su posición, ni su entereza y destreza, ha ido minando, centímetro a centímetro, el poder del dictador. Respaldado por la confianza y cariño de la mayoría del pueblo venezolano, que lo acompaña en todas las manifestaciones convocadas por él, aun poniendo en peligro sus vidas. Guaidó se ha ido creciendo, a pesar del constante peligro en que vive y los permanentes y sucios trucos que utiliza Maduro para derrotarlo.
En la madrugada del 30 de abril Guaidó, con el apoyo de algunos miembros de las Fuerzas Armadas, liberó de su detención domiciliaria al muy estimado líder de la oposición Leopoldo López, condenado arbitrariamente a 13 años de cárcel por una “corte de bolsillo” de Maduro.
El momento fue de una gran emoción, pues López y su familia han sufrido lo indecible desde su arresto hace ya más de 5 años. Una vez más se pensó que este podría ser el momento en que los jefes militares se manifestaran a favor de la salida del tirano, pero esto no ocurrió. ¿Por qué? No son pocos los generales que se han llenado los bolsillos al lado de Maduro. Se sabe que varios forman parte del famoso “Cartel de los Soles”, involucrado en el narcotráfico. Ya hay casos abiertos contra ellos en las cortes de USA. Otros se han enriquecido con la importación y distribución de alimentos y medicinas que Venezuela, urgentemente, necesita, y claro, en este tipo de régimen, siempre está la millonaria compra de armas que da para enriquecer a muchos.
Todo esto, y más, se comprobarán cuando caiga Maduro y se destape la verdad de esta corruptela. Naturalmente, estos militares tienen que respaldar a Maduro o enfrentar la consecuencia de sus vergonzosos actos. Por eso, a este grupo de desvergonzados militares no les queda otra situación que respaldar al sátrapa.
Sin embargo, la mayoría de los militares quieren el retorno de la democracia a Venezuela, pero saben que una sola palabra en contra del dictador les puede constar ser capturados, torturados, asesinados o desaparecidos, como ya ha sucedido y lo confirma la ONG Human Right Watch.
El terror es constante. En nadie se puede confiar; los cubanos entrenados para vigilar todo lo que ocurre están en todas partes; igual sucede con los Colectivos, esbirros de Maduro.
Habrá que tener paciencia y constancia. No hay mal que dure 100 años ni nación que lo resista.