Llama poderosamente la atención el problema de los migrantes en nuestro país; resulta preocupante el choque de posiciones que se presenta en la opinión pública, que se encuentra polarizada frente a cuál debe ser la política migratoria colombiana.
Nos identificamos con los colombianos que pensamos que debemos ser un país solidario con nuestros congéneres de otros países que atraviesan dificultades; muy especialmente con nuestros vecinos de la región, con quienes tenemos un pasado común y llegamos incluso, hace más de una centuria, a compartir la nacionalidad de la Gran Colombia; estamos de acuerdo en que debemos contribuir con las ayudas y apoyos humanitarios, en la medida de las posibilidades del país.
No podemos estar de acuerdo con actitudes xenófobas, como las expresadas por algún gobernante local, que propendía por un bloque de búsqueda especial contra los migrantes venezolanos; la delincuencia hay que reprimirla y sancionarla venga de quien provenga; las políticas de persecución del delito deben ser comunes y generales para todo el mundo, independientemente de su nacionalidad o procedencia.
El Gobierno ha estado en sintonía con esa política de solidaridad hacía los migrantes de Venezuela que constantemente llegan a nuestro territorio avasallados por el hambre y la falta de oportunidades en el vecino país; a pesar de las dificultades y de los problemas económicos creados por la pandemia, se ha procurado su atención sanitaria y proporcionarles los mínimos vitales; con ella nos identificamos.
Además, de la migración de más de dos millones de vecinos a Colombia, viene ahora la recepción de cuatro mil migrantes afganos en Colombia por solicitud del Gobierno norteamericano, con cuota de mantenimiento incluida, al parecer de forma temporal, lo que puede ser más bien una ilusión. Por supuesto, que somos solidarios con el pueblo afgano ante la crisis política que viven por el triunfo de los talibanes y la salida de los ejércitos de Estados Unidos y nuestro país debe contribuir, en la medida de sus posibilidades, con las soluciones para este gran drama humanitario.
Sin embargo, preocupa el desempleo y la pobreza de la población colombiana, hoy en su peor momento con ocasión de la pandemia como lo señalan todos los indicadores y la capacidad que no tenemos para acogerlos como es debido. No conocemos el marco de cooperación en que se ofrece está ayuda humanitaria, ni en que va a consistir; como tampoco la temporalidad con que se ofrece. Al parecer se atiende una solicitud del Gobierno norteamericano, a la cual no podemos negarnos, pues siempre ha existido la cooperación entre los países y hemos recibido recientemente la solidaridad de dicho Gobierno con la donación de vacunas contra el covid. No obstante, consideramos que se encuentra en mejores condiciones para atenderlos debidamente. Nosotros no hemos podido incorporar a la sociedad los migrantes de Venezuela, quienes deambulan por las calles de las ciudades, cargando niños y solicitando ayuda. Esperemos no tener que ver a los afganos en el mismo drama. Se pueden atender huéspedes, pero cuando hay forma de recibirlos bien atendidos.