Faltando poco para elecciones parlamentarias se recrudece la “política sucia” de algunos candidatos, para quienes un voto bien vale la estigmatización o la calumnia, como hoy lo vivimos los ganaderos por cuenta del representante Juan Carlos Losada, en su intención de saltar al Senado llevándose por delante lo que sea y a quien sea.
No sé qué es más lamentable y peligroso, si el amenazante y macabro show mediático de Losada contra Fedegán o la ¿sorprendente? empatía de una periodista de La W con ese “patán político”, en una entrevista en la que toma partido sin asomo de objetividad.
No en vano una tuitera indignada le preguntó qué sentiría si llegan 13 encapuchados vestidos de negro frente a su casa, con un cartel que diga que ella y su familia son sinónimo de muerte. Pues bien, eso hicieron Losada y sus “activistas” frente a la sede de Fedegán, a donde llegaron encapuchados y en camionetas de alta gama.
Los vigilantes y empleados se asustaron con los insultos de los “activistas” y con una situación tan intimidante, y cuando reaccionaron, como hubiera hecho cualquiera, trataron de identificar a los responsables y las placas de sus vehículos.
Pero en este país en que el agresor termina de agredido y la víctima de victimario, Losada consigue entrevista en La W, que comparte su animadversión ganadera, y allí suelta calumnias tanto o más peligrosas que su acto intimidatorio.
Se victimiza diciendo que se sintieron “perfilados” por un trino en que denuncié lo sucedido y que mi denuncia pone en riesgo la vida de sus activistas, y llega al delito de calumnia, afirmando que la ganadería tiene nexos con grupos ilegales y que en un país donde asesinan líderes ambientales, corren el riesgo de que ¡mis seguidores! que “son la extrema derecha del país, lleven sus amenazas a los hechos”.
Palabras más, palabras menos, me acusó de liderar una banda de asesinos, a lo que se sumó la periodista, afirmando que “etiquetar con odio en un país tan polarizado y violento puede costarles la vida a muchos”, pero claro, las vidas de los ganaderos no les preocupan ni les parece que identificarlos con la muerte y con grupos ilegales sea “etiquetar con odio”. Por esas estigmatizaciones, esa misma sede donde hicieron su “plantón pacífico” fue atacada con un arma de guerra en un intento de asesinar a Jorge Visbal.
No son nuevos los ataques de Losada, fruto de su animalismo, ese sí extremo. Fedegán respeta a los animalistas y promueve el bienestar animal, pero rechaza las estigmatizaciones simplistas, como tildar a los ganaderos de “genocidas de animales” o acusarlos de la deforestación, desconociendo la realidad nefasta del narcotráfico, mientras se opone rabiosamente al glifosato.
Hace un año, frente a otra periodista malqueriente, exigía vociferante la renuncia al Minambiente, porque “usted le va a permitir a Lafaurie y a sus amigos deforestar 800.000 hectáreas pa’ meter vacas”, cuando Fedegán, por el contrario, desde hace 15 años, con su programa “Ganadería Colombiana Sostenible”, que mereció el apoyo del Banco Mundial y del Reino Unido, ostenta un liderazgo continental en modelos ambientalmente sostenibles de producción ganadera.
Por ello rechazamos las posiciones de quienes quieren acabar con la ganadería, y recordamos las palabras del director de la FAO en 2017, José da Silva, reconociendo que “el sector ganadero es uno de los pilares de la seguridad alimentaria” y que “más de la mitad de los pobres rurales del mundo dependen de la ganadería” algo que deberían tener en cuenta las politiqueros que, en su guerra sucia… “matarían por un voto”.
@jflafaurie