El historiador Carlos Vidales, repasando las alboradas del periodismo en Colombia, remontándose a épocas de la “Patria Boba”, después de la independencia, cuando todo parecía una torre de Babel, en cada esquina parroquial se formaban grupúsculos de “urracas parlanchinas” diseñando quimeras, lo normal era la polarización política (centralistas, federalistas, bolivarianos, santanderistas, buenos, malos), la polarización literaria y la periodística, cuando cualquier “perico de los palotes” abría su pasquín regando tintas de “catilinarias” contra sus contradictores y lo propio hacían los furibundos curas antimasones y de allí saltaron a la palestra “el Gallo de San Pedro”, el “Perro de Santo Domingo”, hasta que llegó un padre Ruiz, dominicano, quien dio en dirigir el pasquín denominado “La Tapa del Congolo”, que definió Vidales como “auténtica antología periódica del disparate”.
Eran caricaturas de Patria, con una sociedad sin rumbo, sin autoridad, sin Dios ni Ley. Cualquier parecido con nuestra actual realidad es pura coincidencia. No más el sábado pasado ocurrieron cosas realmente macondianas en el mágico mundo de Macondo. Primero, un piquete de 18 soldados fueron secuestrados impunemente por la comunidad en zona rural de San José de Guaviare y casi simultáneamente, por las breñas de Briceño -cual última edición de la “tapa del congolo”- resultó víctima de robo una brigada del Ejército y los victimarios fueron otra vez miembros de una comunidad de parroquianos y campesinos que se llevaron las pertenencias de los pobres soldados, celulares, trajes de campaña, enlatados, víveres y éstos no tuvieron más remedio que llamar a la Policía para presentar oficialmente la denuncia del caso. En redes escribimos, llevando el tema al ridículo extremo, que cómo se le ocurría a la tropa irse para el monte, con lo inseguro que estaba este país…
Por lo menos no se les robaron las armas, para disimular un poco, porque de lo contrario el mordisco hubiera sido un boquete irreparable, y de telón de fondo, en ambos atracos perpetrados “por la comunidad”, funge como el todopoderoso actor determinador el Frente 36 de las disidencias de las Farc, al mando de Iván Mordisco, amo y señor de esas tierras del olvido (¿no dizque el señor Santos había firmado la paz con esa guerrilla?). Pero la gran diferencia entre estos dos momentos dramáticos de la misma “Patria Bobalicona” es que ahora sí tenemos un guía y da la casualidad de ser el presidente de la República, Jefe del Estado, Jefe del Gobierno, Suprema Autoridad Administrativa, Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, quien es, precisamente, el “Líder del Cambio”, el “Comandante Supremo de la Gran República Bolivariana de la Potencia de la Vida”.
Y el “cambio” se vive, se siente. En el último índice de países con mayor criminalidad dentro del colectivo de 193 miembros de Naciones Unidas, Colombia ya figura segunda, siguiéndole las botas a Myanmar, “alias” Birmania, primero, y superando a un reguero informe y criminal de países africanos y asiáticos. El año entrante seremos campeones, no lo duden.
Post-it. Ojalá las elecciones de este domingo sean una verdadera fiesta democrática, como se decía antes del “cambio”. Ahora, tendremos que “hacer, de tripas, corazón” para que en las grandes ciudades pierda la corrupta y recalcitrante izquierda si queremos capotear con éxito 3 largos años que faltan por navegar en aguas turbulentas y podamos, con la ayuda del Altísimo, ver la luz del otro lado del túnel de la democracia.