El grupo político que controla el Gobierno de Cataluña, decidió alzarse contra la Constitución española y convocó el pasado mes de octubre a un referéndum abiertamente ilegal, para consultarle al pueblo si quiere la independencia de España. No hubo control de ninguna clase, ni registros electorales, la gente votó varias veces, en una verdadera farsa electoral, que se aprovechó políticamente, para señalar que las gentes de esa región quieren la independencia, cuestión parcialmente cierta, y para victimizarse por una aparente represión de la Guardia Civil, que a la postre no fue tal y no arrojó ningún herido de consideración.
La reacción del pueblo español para defender la unidad de España no se hizo esperar. En la misma Barcelona se hicieron sentir las manifestaciones, encabezadas por intelectuales como Mario Vargas Llosa, enrostrando el absurdo del movimiento secesionista; al fin y al cabo Cataluña nunca ha sido región independiente y hacía parte del reino de Aragón que se aglutinó con Castilla desde la época de los Reyes Católicos, ya hace más de quinientos años. España es un gran país compuesto por 17 autonomías, que en su diversidad de culturas y lenguas, le dan cohesión a una nación que se formó en la lucha contra la invasión mora de la península ibérica. No era frecuente ver ondear la bandera española en ninguna de sus ciudades, pues se le identificaba con épocas del franquismo; pero ahora, toda España se ha volcado a defender su unidad representada por el símbolo de su bandera, que ahora se enarbola soberbia por todos los lugares y ciudades.
El Tribunal Constitucional declaró contrario a la Constitución el referendo independentista y algunos de los líderes promotores, tienen que afrontar cargos por sedición ante las autoridades judiciales; incluso, el Fiscal General de la Nación está considerando imputar a Puigdemont, Presidente de la Generalitat, por el delito de rebelión ante el Tribunal Supremo, una vez cese en sus funciones. El Gobierno Nacional ha utilizado las atribuciones del artículo 155 de la Constitución para recuperar la normalidad institucional, restablecer la autonomía vulnerada, y en consecuencia se propone el cese de Puigdemont y todos los miembros del Govern, limitando las funciones del parlament, convocando a elecciones, ente otras medidas, tendientes a restablecer la legalidad vulnerada y a recuperar la confianza perdida, propuestas que deberán ser aprobadas por el Senado.
Cientos de empresas han abandonado a Cataluña, cambiando su domicilio para evitar la crisis que podría presentarse ante el desenfreno de los independentistas, que ilusamente creyeron que no habría efectos económicos en sus absurdas pretensiones separatistas. Internacionalmente tampoco tuvieron el apoyo esperado, pues patrocinar su actitud seria fomentar la sección de muchas regiones que hoy componen los principales estados de Europa.
La política a veces se convierte, como sucede en este caso, en un instrumento para buscar pretensiones de poder, a fin de servir a intereses particulares que solo buscan el beneficio de unos pocos, a costa de jugar con la unidad de toda una nación y de desestabilizar su democracia.