El Eln y los demás grupos terroristas que azotan, constriñen y torturan a Colombia, dicen ser unos pobres diablos, que deben cometer toda suerte de fechorías para sobrevivir, sin que nada les importe lo que suceda al país y a sus pobladores.
Cuando el gobierno Petro pregonó un proceso de paz, que según los alegres recién llegados, sería la octava maravilla, despertó jubilo en una nación que aspiraba a que se impusiera, en todo el territorio, un acuerdo semejante al alcanzado por el Nobel Santos.
Se esperaba una verdadera paz total y más audaz, que incluyera la supervivencia, con justicia, progreso y desarrollo para todos, incluyendo el perdón para quienes nos han llevado a la ruina, al desespero y la inseguridad total.
El Eln y demás yerbas que desde siempre han traficado con estupefacientes, minería ilegal, extorsión, secuestro y todas las formas delincuenciales que ofuscan, amenazan, asesinan y siembran miedo, quieren ahora ocultar su macabra cara, para sentarse a las mesas de diálogo que -aunque prematuramente- ofreció Petro para tranquilizar a quienes por él votaron, y para marchitar las esperanzas que sus contendores electorales prometían y ofrecían durante la campaña.
El país vecino, el de Maduro, ofreció toda suerte de seguridades, respaldo y alojamiento, a quienes nunca pensaron en abandonar su manera de delinquir, de reclutar niños campesinos e indígenas, de secuestrar, de presionar bajo amenaza a las comunidades para impedir la acción de fuerza pública; de contaminar nuestra geografía con sus atentados al oleoducto, de minar campos y poblaciones para vender tranquilidad al narcotráfico.
Esos desenfrenados terroristas y narcotraficantes, actúan en contubernio o por separado con los “mordiscos”, golfos y tantas sectas del desastre que nos atormentan.
Se autodenominan indigentes y fingen ser las pobres viejecitas sin nadita que comer, de la fábula de Rafael Pombo. Justifican el pillaje para poder sobrevivir y exigen al Estado, abultados presupuestos para sostener el ejército de holgazanes, zánganos y sin oficio, que armados hasta los dientes siembran el terror, saquean y se reparten regiones enteras.
Tanto el Eln, como los mordiscos, golfos y demás, son multimillonarios a los que se les han incautado ingentes cantidades de dinero, tierras y propiedades, mientras las arcas de muchos bancos manejan sus fondos en moneda extranjera. Hay centenares de testaferros que se encargan de administrar toda la riqueza del Eln y demás grupos criminales que no nos dejan progresar y que son culpables de la pobreza y el hambre de una población que quiere conocer los derroteros de naciones vecinas y lejanas.
Toda esa maraña de falsos miserables, menesterosos e indigentes, quiere vivir a costa de 50 millones de compatriotas que luchan una paz con justicia y libertad, lejos de la avaricia, mezquindad y ruindad de los rufianes de la guerra.
La paz total tambalea, como ocurre con tantos proyectos y programas que quiere sacar adelante el presidente Petro.
BLANCO: Los expertos en economía pasan tarjeta al Emisor por las altas tasas y reiteran que la pobreza y estancamiento se deben al BR.
NEGRO: Todo cae en Colombia. La economía decreció al igual que las exportaciones e importaciones. Lo único que aumentó fue la desaprobación de la gestión presidencial.