LIONEL MORENO GUERRERO | El Nuevo Siglo
Viernes, 14 de Junio de 2013

Devaluación ad portas 

 

Se comienzan a notar síntomas desalentadores para nuestra economía, en particular descensos en la producción industrial y en las exportaciones. El índice de precios de la Bolsa de Valores de Colombia ha descendido un 14% en los últimos cinco meses; cuando llegó a 15.195 en febrero, está ahora en niveles de 13.250.  La revaluación del peso, que tantos problemas nos ha causado, y que las autoridades monetarias, con el argumento de que había que evitar la inflación, fueron tan reacias en combatir, parece haber revertido su curso y el peso se ha devaluado en lo corrido del año un poco más del 7%. Aparentemente se está acabando el período de las vacas gordas y el país debe prepararse para una época de austeridad, parece demasiado optimista un crecimiento del 4,8% del PNB para este año. La devaluación de los últimos meses no se debe a la compra de divisas por parte del Banco de la República, aunque esto ha contribuido. Se debe al fortalecimiento del dólar de los Estados Unidos ante la mejora de su economía y el comienzo de un alza en la tasa de interés en ese país que induce a los inversionistas, que habían migrado hacía países en desarrollo con mayor riesgo pero mejores rendimientos, a regresar a las economías desarrolladas. La devaluación no es exclusiva de Colombia, el índice de monedas de mercados emergentes del JP Morgan cayó 4% el último mes. El anuncio, hace unos días, por parte de la Reserva Federal sobre la posibilidad de una disminución de los estímulos monetarios a la economía (entiéndase reducción de la compra de bonos en el mercado secundario por parte del banco central para inyectar liquidez al sistema) si las perspectivas de empleo mostraban una “mejora sostenida”, estuvo al origen del alza en la tasa de interés. Todo se concatena. A mayor tasa de interés en los Estados Unidos, mayor aliciente para los capitales internacionales, especialmente los especulativos que andan en permanente búsqueda de mejor remuneración, para que emigren de los mercados emergentes. A esto se suma el incentivo del mercado bursátil estadounidense que se encuentra al alza (con una corrección a la baja después del anuncio de Bernanke).

Una mayor devaluación es buena noticia para nuestros exportadores y productores nacionales de bienes transables (los que pueden ser sustituidos por importaciones) y los beneficios para este sector compensan ampliamente el alza de precios para los consumidores de los bienes importados, pero el incremento de las tasas de interés en los mercados mundiales implicará un mayor costo para el financiamiento externo del país, tanto del Gobierno, como del sector privado que, con la revaluación, buscó endeudarse en moneda extranjera pues, era de esperarse, se pagaría en dólares más baratos al cabo de un tiempo. Ahora la presión vendrá de los importadores y deudores.