LIONEL MORENO GUERRERO | El Nuevo Siglo
Viernes, 15 de Noviembre de 2013

Integración o aislamiento

 

Colombia tiene un serio problema con las comunidades indígenas que reclaman cada vez más mayores prerrogativas. Estas exigencias se han incrementado a raíz de las concesiones hechas a otros grupos de presión, especialmente a los agricultores. Los indígenas puros son entre nosotros una minoría, aproximadamente 1.400.000 personas, el 3,4% de la población, una pequeña minoría que pone en jaque al país periódicamente, distribuida en 718 resguardos, a las que se les ha asignado (a la fecha) el 33% del territorio nacional y del cual reclaman, también, propiedad del subsuelo, que en el resto del país pertenece a la Nación. En los resguardos tienen autonomía a punto de haber sacado a empellones a unos cien soldados en Toribío el año pasado y declaran que “Vamos a expulsar todo grupo y actor armado que haga presencia en nuestros territorios, sea legal o ilegal porque están desarmonizando el territorio” (el Ejército recuperó más tarde el área) y dijeron al Gobierno que “vayan a pelear su guerra en otra parte” como si esos territorios no fueran Colombia. En los resguardos, los indígenas, dice la Constitución, pueden aplicar sus propios reglamentos “siempre que no sean contrarios a la Constitución y leyes de la República”, pero resulta que la Constitución tampoco tiene vigencia porque, según la Corte Constitucional, “resulta claro que no puede tratarse de todas las normas constitucionales y legales; de lo contrario, el reconocimiento a la diversidad cultural no tendría más que un significado retórico”. ¿Cuáles sí y cuáles no?

El cacareado “derecho a la supervivencia de los pueblos indígenas y del territorio indígena” no tiene una verdadera justificación fuera de permitir a algunos antropólogos prolongar la existencia de culturas arcaicas que estudiar y a los dirigentes de estas etnias la oportunidad de seguir manteniendo un poder político y económico. Lo que llaman conservar tradiciones culturales no es, en el fondo, más que mantener en el atraso a este millón cuatrocientas mil personas por razones egoístas. Que no acudan a los avances de la medicina porque, para ellos, es más efectivo curarse con brebajes de los curanderos; que no reciban una educación actualizada, porque hay que enseñarles, antes que el español, el kankuama; practican la ablación genital para “evita(r) que las mujeres sean víctimas de malformaciones en el futuro”; imponen castigos corporales, como el cepo o latigazos, porque son tradicionales; por igual razón, cultivan la tierra con métodos prehistóricos; se oponen a la minería, porque viola a la pacha mama; etc. Los indígenas no se benefician de esta situación, la que contribuye a mantenerlos en el atraso y la pobreza. Ojalá que nuestros gobiernos se decidieran a integrar a nuestros indígenas para beneficiarse de los adelantos de la ciencia, en lugar de seguir manteniéndolos en el pasado para beneficio de unos explotadores.