Lionel Moreno Guerrero | El Nuevo Siglo
Viernes, 18 de Marzo de 2016

PRAGMATISMO DE OBAMA

Derogatoria de la Carta Democrática

 

RÓMULO BETANCOURT  delineó, el 13 de febrero de 1959, lo que se llamó la Doctrina Betancourt: “Regímenes que no respeten los derechos humanos, que conculquen las libertades de sus ciudadanos y los tiranicen con respaldo de policías políticas totalitarias, deben ser sometidos a riguroso cordón sanitario y erradicados mediante acción pacífica colectiva de la comunidad jurídica interamericana” y que tuvo aclamación general.

Fue así como en 1962 Cuba fue expulsada de la OEA considerando que el comunismo y sus métodos eran incompatibles con el sistema interamericano. Más tarde, la OEA recogió formalmente estos principios en 2001 en instrumento llamado Carta Democrática Interamericana. Se creyó que este compromiso, que estableció como objetivo principal el fortalecimiento y preservación de la institucionalidad democrática, al determinar que la ruptura grave del orden democrático o su alteración, constituiría "un obstáculo insuperable" para la participación de un gobierno en las diversas instancias de la OEA y como sanción ejemplar excluiría permanentemente a Estados no democráticos de la organización.

En 2009 y por iniciativa de Venezuela se abrió la puerta al reingreso de Cuba a la organización si iniciaba un diálogo con ésta según las “prácticas, principios y propósitos” de la OEA. En otras palabras, se cedió a las presiones chavistas en olvido de la Carta Democrática, aunque Castro no aceptó la invitación. De facto se echó por la borda la Carta Democrática. La dictadura y el marxismo-leninismo dejaron de constituir motivos válidos para ser sancionado en el sistema interamericano.

Los Estados Unidos son considerados en el mundo y, particularmente en Latinoamérica, como bastión de la democracia y el anticomunismo, especialmente a partir de los años 70 cuando Washington abandonó su política exterior “pragmática”. Los Estados Unidos no eran el policía del mundo y debían aceptar los regímenes que tuvieran los diferentes países, por antidemocráticos que fuera.

Así aceptaron a Pinochet y muchas otras dictaduras centro y suramericanas. Los regímenes antidemocráticos serían objetados y, en la medida de lo posible, castigados. Las sanciones al régimen castrista se mantuvieron, en especial un embargo selectivo de su comercio con Cuba que no afecta las relaciones económicas con terceros países (no un bloqueo como lo llama la izquierda, el que implicaría sancionar a quienes negocian con Cuba, como lo hacen Europa, Canadá y Colombia).

Ahora Obama volvió al “pragmatismo”, al menos frente a dictaduras comunistas y decidió levantar las sanciones, en lo que pueda mediante decretos porque algunas medidas dependen del Congreso, contrario a la política del Presidente. En el continente americano los Estados no democráticos son ahora bienvenidos y los Estados Unidos dejaron de ser el defensor de las libertades. Entendemos ahora por qué un peligroso demagogo como Trump gana votos prometiendo devolver los Estados Unidos a la grandeza.