Populismo a la moda
El populismo, las medidas sin sustento económico que ciertos líderes adoptan para ganarse a los electores, han vuelto a ponerse de moda en Latinoamérica con Hugo Chávez, Rafael Correa, Daniel Ortega, Evo Morales y ahora Cristina de Kirchner. No les importa que más tarde sus decisiones deterioren sus economías, y que hoy, por ejemplo, Venezuela dependa del petróleo para el 95% de sus exportaciones, que tenga la inflación más alta del continente, que nadie quiera invertir en el país o prestarle dinero y que haya tenido que restringir las importaciones y la salida de divisas. Para ellos lo importante es tener a la masa creyendo que el gobierno desposee a los ricos para darles a los pobres. Así Chávez expropia a dedo y nadie, fuera de los directamente afectados, pareció molestarse, comenzando por la España del PSOE, varios de cuyos ciudadanos perdieron sus patrimonios. Esto no pasó inadvertido por Cristina de Kirchner, quien ahora decidió expropiar la petrolera YPF, propiedad española.
Hacia 1930, cuando llegó al poder Perón, Argentina era un país desarrollado y la dejó arruinada. Pero su populismo perdura y hoy el partido gobernante es el Peronista, cuya presidenta, como hizo Galtieri en su tiempo, trata de agitar el nacionalismo para distraer a la opinión de los problemas del país, llevando a Argentina a una situación similar a la de Venezuela: rápida devaluación, inflación superior al 20%, sin acceso al mercado financiero internacional, restricción de importaciones (Colombia, entre otros, es afectada), servicios públicos altamente subsidiados. Ahora nacionaliza la petrolera YPF, propiedad de los españoles, pues “los extranjeros no deben controlar la riqueza energética”, lo que el 74% de los argentinos aprueba. Esta vez España, gobernada ahora por el centrista PP, protestó enérgicamente por la expoliación a sus nacionales, con el apoyo de la Unión Europea que amenaza represalias, pero la peor afectada es la misma Argentina. Con las restricciones a las importaciones los otros países no se quedarán cruzados de brazos y frenarán las compras argentinas. Con una calificación de su deuda externa como “basura” el país necesita inversión extranjera, pero ¡qué miedo! Ya ni Chávez, que financiaba con maletas repletas de dólares a los Kirchner y compraba indeseables bonos argentinos, tiene con qué ayudar. Las cosas se ponen feas para el peronismo y para Argentina.
Esperamos que Colombia tome nota y recuerde que, como dice el refrán, no hay almuerzo gratis. Si nuestros gobernantes, en procura de votos fáciles, regalan el agua o prometen casas gratuitas (también tendrán que proveer servicios públicos gratis ya que los beneficiados, se supone, no tienen recursos), alguien tiene que pagar por ello, como en Grecia, sea incrementando los impuestos o sustrayendo los fondos de otros gastos necesarios. Las casas costarán $7.000.000.000.000, sí, siete billones de pesos. ¿Qué diríamos si hubiera sido Chávez quien hubiera prometido estas liberalidades?