Cada día resulta más cómico y preocupante todo lo que está pasando en Colombia. Desde la perspectiva de columnista, para mi mejor. Siempre habrá un tema sobre el cual opinar desde esta querida columna de opinión, que me sirve de paso de catarsis y de acto casi misericordioso conmigo mismo. Y, que dicho sea de paso, esta columna, está amparada en el derecho constitucional a la libre expresión protegidísimo por la Corte Constitucional, entre otras fuertes instituciones.
Así que sobra decir que la línea editorial expuesta aquí, por más de 12 años no debe comprometer a nadie más sino a mí mismo. Es decir, no compromete ningún otro ámbito que tenga o pueda tener relación conmigo que el personal, propio e íntimo. No debo entonces, por razón de este ejercicio de un derecho, ganarme enemistades, divorcios, exclusiones, discriminaciones o afectación de ninguna índole por razón de mis opiniones estén o no estén de acuerdo con ellas.
Dicho esto, entre los arrepentidos está el exministro de educación Alejandro Gaviria. Quien además ya había sido ministro de salud de Santos y había salido con una reputación y buena imagen. ¿Qué necesidad tenía de bajarse de categoría aceptando meterse en la boca del lobo? Y dicho y hecho… Hoy el exministro Gaviria, un tipo inteligente y decente, además de salir echado pide al presidente, vía derecho de petición, que se retracte de insinuar que él es un corrupto. Nunca lo recibió cuando era su ministro mucho menos le contestará el derecho de petición… Y si se lo responden pues aprovecharán para humillarlo mucho más...
Me impresiona porque hace muchísimo tiempo, tendría yo 15 o 16 años, y por la cercanía con mi papá, compartí varias veces, con el papá de A. Gaviria, Juan Felipe Gaviria Gutiérrez, cuando era ministro de obras públicas y transporte - creo que en 1991-. Un caballero completo y no dudo que su hijo también, por eso toda mi solidaridad con A. Gaviria y ojalá le haya servido de experiencia. Pues la imagen de uno, como me dijeron en uno de tantos colegios que estuve, es como un vaso de agua que se derrama en la tierra y que jamás volverá al vaso. Lamentable… No le responderán su derecho de petición y su imagen quedará, así como el agua en la tierra… inaceptable.
¿Y así cuántos más testimonios habrá? También salieron los Aterciopelados en una entrevista con Jorge Ramos muy tristes porque no han visto -ni verán- la tan esperada política del amor y los anhelados cambios.
Me da pesar con esos arrepentidos que hoy tienen más temor que amor de alguna represalia o de alguna afectación por no estar con el uno o con el otro. Algo muy similar a eso que se veía en el bajo mundo de las pandillas bogotanas de los 80’s y 90’s, así como el famoso “respaldo”. Respaldo que podía terminar siendo la diferencia entre la vida y la muerte en ese momento. ¡Sí, sí mi respaldo es el “Pirata” somos amigos … suélteme!... Pero no hay que tener temor a nada ni a nadie…
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