La propuesta de Paz Total lanzada por el presidente Petro despierta muchas esperanzas en el fin de una violencia fratricida que ha llenado de cicatrices el cuerpo y el alma de Colombia. Es una tarea de grandes dimensiones que exige planeación rigurosa dada las múltiples fuerzas subversivas y criminales que se vincularían al proceso. En esta carrera maratónica, la adopción de la legislación pertinente, la agenda, el sigilo en los acercamientos y la severidad de los mensajes gubernamentales, son indispensables. La improvisación y la velocidad de acciones al garete pueden conducir a la frustración.
En momentos como este resalta la necesidad que tiene el país de contar con un Centro Especializado en Resolución de Conflictos permanente, a órdenes exclusivas del presidente de la República, e integrado por estrategas, analistas y expertos.
En el anuncio de “un cese de multilateral del fuego”, por ejemplo, hubo precipitud. Sobre el particular hay opiniones muy encontradas y el propio Mindefensa alertó sobre su imposibilidad inmediata. Además, en el contexto de una ciudadanía que se siente indefensa por la ausencia de autoridad en el caso de las invasiones, un cese al fuego de la fuerza pública le produce angustia. Como dijo un pequeño agricultor: “ahora los derechos son para los invasores, mientras que la gente que trabaja y respeta la ley está desamparada”. Fue el día en que el ministro Velásquez afirmó que si no hay desalojo en 48 horas los alcaldes deben pedir la intervención de un juez, pasándose por la faja el Código de Policía.
Les aconsejaría a los actores oficiales en los procesos hacia la paz total que se lean el libro del expresidente Santos, La batalla por la paz. Allí encontrarán lecciones valiosas que se deben tener en cuenta. Santos, armó un equipo de negociadores cuidadosamente escogidos y contó con la asesoría de personalidades internacionales de probada experiencia y muy cercanos al expresidente. Se elaboró una estrategia que, desde la óptica del gobierno, tuvo éxito notorio.
Es más, la única vez que se apartó de la ruta trazada fue en el tema de la Justicia Transicional, y se estrelló contra la opinión. Una comisión de juristas, seleccionados paritariamente por el gobierno y por la Farc, impuso una estructura judicial proclive a los subversivos. Ese fue el “puente de oro”, de que hablara H. de la Calle en sus revelaciones sobre el Acuerdo Final. La fuerza pública quedó contra la pared, juzgada por sus adversarios, como se comprueba en el trato que les da la JEP. Entonces, muchos nos apartamos del proceso de paz. En la creación de la JEP está la principal causa de la victoria del NO en el plebiscito del 2016.
Por cierto, sobre el cese al fuego el expresidente Santos anota: “… un cese al fuego pactado al inicio de un proceso de paz puede tener efectos desfavorables: estimula la prolongación del proceso, pues no hay mayor incentivo para llegar al final cuando no se tiene la presión militar, y puede permitir que la contraparte se fortalezca, aprovechando la tregua para reclutar y entrenar nuevos integrantes, para adquirir armamento, para renovar sus fuerzas y su estrategia”. (Pag.302)
Finalmente, la complejidad de los diálogos de paz aconseja contar con el apoyo de la inteligencia militar y policial. Asimismo, le corresponde al gobierno mantener en alto la moral de la tropa y advertir a sus voceros de que en todas las negociaciones estará presente la droga como factor determinante.