La interpretación de los datos del Sistema de información estadístico, delincuencial, contravencional y operativo (Sideco) de la Policía Nacional nos lleva a una conclusión cruda y simple: estamos en manos del hampa. No otra cosa puede pensarse al conocer que en el año pasado se registraron 1.081 robos por día, 44 por hora y un robo cada minuto y medio, en promedio; que el hurto a viviendas tuvo un aumento del 13%, que se traduce en que hay un evento cada 15 minutos y un promedio de 97 casos diarios, mientras que el delito de la extorsión aumentó casi un 40%.
Como podría pensarse, son los “gajes propios del cambio”, pensando en las molestias o inconvenientes inherentes a esa circunstancia sobreviniente del advenimiento del primer gobierno de izquierda a Colombia y que -según lo advierten sus cabecillas- tiene vocación de permanencia más allá del cuatrienio para el que fue montado. Triste condición de esta Patria aterida, donde cada vez se corre para adentro el cerco de la criminalidad y recientemente impactó al círculo familiar propio de quien escribe, con incursión violenta de hombres fuertemente armados (alguno con acento “extranjero”, al parecer mexicano), con amordazamiento, con hurto calificado en el procedimiento y con un cuantioso botín en el costal.
Y si ello acaba de ocurrir en una zona caracterizada por pleno empleo, como Rionegro, Antioquia, llamado “Cuna de la Libertad”, ubicado en la subregión Oriente del departamento, ¿qué esperanzas para el resto del país, donde la ocupación laboral es precaria? No es el primer caso por esos lares: recientemente, otra casa campestre en condominio corrió igual suerte y el año pasado las víctimas fueron la preciosa cantante caleña Greeicy Rendón y su esposo, también artista, Mike Bahía, quienes pensaron encontrar por esas tierras de promisión un remanso de paz, ahora trasformado en un santuario del crimen. La delincuencia, definitivamente, no perdona “pinta”.
Y retumba en el ambiente la idea del proyecto de ley para flexibilizar el porte de armas, con iniciativa de la senadora María Fernanda Cabal -mujer de armas tomar- a quien se le ha vituperado, de manera injusta, pues trata de regularizar el permiso de uso de armas a los ciudadanos de a pie para defender su vida, honra y bienes frente al accionar de los criminales, que sin Dios ni ley sí andan armados hasta los zamarros y para quienes no existen restricciones ni permisos y andan, como diría el padre Yepes, “cabalgando a la diabla”. Y entonces ¿en qué queda lo que manda el art. 223 de la Constitución Política, que prohíbe a los particulares introducir, fabricar, poseer y portar armas sin permiso de la autoridad, si sólo los criminales pueden hacerlo? La Ley debe ser para todos, para los buenos y para los malos de la película, que antes montaban caballos lentos y hoy raudas motocicletas.
Post-it. Lo escuché en La FM, precisamente el día en que “transmitieron”, en vivo y en directo, un temblor que rugió por la tierra antioqueña. La noticia: el inefable exsenador Gustavo Bolívar, quien quedó de tercero para la alcaldía de la capital -derrotado hasta por Oviedo- llegará a la dirección de la DPS (Departamento de Prosperidad Social) de la presidencia de la República. Y bien lo expresó alguien en el micrófono, al advertir que ya se viene una nueva telenovela: “sin chequera no hay paraíso”. Dios nos guarde y proteja.