El asesinato de indígenas tiene de luto al país y parece indetenible. La semana pasada, en el departamento del Cauca, ocurrieron dos aterradoras masacres, una después de otra, donde perdieron la vida 9 personas en menos de 48 horas.
El 29 de octubre, en Tacueyó, un grupo de narcotraficantes, compuesto al parecer por disidentes de las Farc, atacaron con armas de fuego la camioneta donde se trasportaban la gobernadora del resguardo indígena, Cristina Bautista, y cuatro indígenas más. Estos trataron de defenderse escondiéndose detrás del auto, pero poco o nada se puede contra las balas, menos si uno no está desarmado. Fue un crimen miserable.
¿Qué buscaban los asesinos con su crimen? La respuesta es muy sencilla y dolorosa. Esa zona del Cauca es ruta de caminos de coca; por ahí sale el producto y entran las armas y los insumos necesarios para la transformación de la hoja. Es un área indispensable de controlar para los narcotraficantes, pero pertenece a los indios nasa, quienes no están dispuestos a ceder su territorio para dicho propósito.
La gobernadora era una mujer joven de solo 42 años, graduada como trabajadora social de la Universidad del Valle; buscaba mantener la paz en el resguardo indígena oponiéndose al tráfico de drogas en su territorio.
Pocas horas después, en la vereda de Santa Elena, en Corinto, eran asesinados cuatro técnicos de la Fundación Desarrollo de las Ingenierías y las Ciencias de la Salud para la Proyección Social. Aparentemente, los narcotraficantes que los degollaron pensaron que Diego Cesquera, Roosevelt Saavedra, Carlos López y Diego Rodríguez eran integrantes de la inteligencia de las Fuerzas Militares, pues uno de ellos llevaba un documento que lo acreditaba como militar en retiro. Otro crimen más de los muchos que viene ocurriendo.
Según representantes de Naciones Unidas, en lo corrido del año van 52 asesinatos en territorio Nasa y 109 asesinatos de defensores de los derechos humanos. Además, hay 74 amenazas recibidas. ¿Será que también van a matar a esos 74, sin que estos crímenes anunciados se puedan evitar?
El Ejército dice tener identificados a los cabecillas narcotraficantes de las diferentes regiones productoras y exportadoras de coca. También, han aumentado las recompensas para quienes den información sobre los criminales, pero esto no ha sido suficiente para detener el derramamiento de sangre en dichas regiones.
El gobierno enviará al Cauca una Fuerza de Despliegue Rápido de 2.500 hombres. Supuestamente, llegará en diciembre. Pero ¿cuántos indígenas y líderes morirán mientras llega?
En el Cauca y otras zonas indígenas amenazadas es urgente una respuesta inmediata y un acuerdo entre los indígenas y el ejército. Debe haber concordia entre ellos. Es indispensable que se apoyen para poder enfrentar a los poderosos narcotraficantes que cuentan con dinero a rodos para armarse hasta los dientes.
Muchos indígenas no dejan entrar al ejército a los resguardos, algo permitido por la Constitución del 99. Entonces ¿cómo pretenden que los protejan?
Los comandantes y los soldados que están en las brigadas cercanas a los resguardos deben tener una preparación especial para entender la idiosincrasia de los pueblos indígenas que les permita formar fuertes lazos de colaboración con ellos. De otra manera, los narcos triunfarán y cada día enterraremos a más indígenas y las bandas asesinas serán las dueñas del territorio.