Estoy siendo reiterativo, pero la gravedad de la crisis por la reinfección de aftosa lo amerita. No es un problema de unas vacas enfermas, ni un asunto de los ganaderos o del ministro de Agricultura, sino del país todo. Afecta el mercado interno de la carne, las exportaciones, el empleo rural, el ingreso ganadero y la generación de riqueza, pues la ganadería aporta el 1,4% del PIB nacional y el 21,8% del agropecuario.
La crisis está asociada a otro problema estructural: el contrabando de animales y carne desde Venezuela, que es imperativo enfrentar con firmeza y, sobre todo, con articulación, porque, como sucede en Colombia, tenemos normas, competencias, instituciones y autoridades para todo, pero no se inspecciona, ni se vigila, ni se controla como debe ser.
Hay una gran dispersión de competencias de inspección y vigilancia, lo cual exige máxima coordinación, para que no se diluyan las responsabilidades y se pierdan los esfuerzos. Por ello me atrevo a hacer una sugerencia algo “castrense”: se requiere con urgencia un “Centro de Mando Unificado” para conjurar la crisis, liderado por el MADR.
No es descabellado, porque el contrabando es un monstruo de muchas cabezas que amenaza a la ganadería y la salud humana, y aunque tiene muchos “vigilantes”, ninguno cumple a cabalidad su función y, peor aún, ni se hablan; son compartimientos estancos. Veamos:
1.- Empezando por el extremo que toca directamente al consumidor, si solamente las secretarías de salud cumplieran su obligación legal de vigilancia a los expendios; si a diario hicieran operativos exigiendo en las “famas” de barrio la Guía de Transporte y decomisando carne ilegal, el problema empezaría a solucionarse desde la raíz.
2.- La autoridad de inocuidad -Invima- conserva las funciones de inspección y vigilancia sobre plantas de sacrificio, algunas cerradas por el propio Invima, otras cerradas o a media marcha, porque el contrabando prefiere el sacrificio clandestino, que no es tan clandestino y debería ser perseguido en cooperación con la Policía. Cúcuta se come diariamente la carne de 450 animales, pero solo 50 se sacrifican legalmente.
3.- ¡El Ministerio de Transporte! tiene la competencia sobre la inspección, vigilancia y control al transporte de ganado: un canto a la bandera
4.- El control de ingreso de mercancías de todo tipo al país y, por ende, la detección del contrabando, es función de la Dian en coordinación con la Policía Fiscal y Aduanera, Polfa. Con solo incrementar y programar retenes móviles aumentarían automáticamente las confiscaciones de carne.
5.- Desde las competencias de la Policía, el contrabando no debería entrar, pero está entrando a un ritmo frenético, por cuenta del desastre monetario de Venezuela y el excelente negocio para los pícaros a lado y lado de la frontera, que son peligrosas bandas criminales: Allá la Guardia Nacional; acá el Eln, los Pelusos, las disidencias, el Clan del Golfo, etc. Se necesita más vigilancia, pero sobre todo más inteligencia.
6.- Desde la perspectiva del Ministerio de Agricultura y del ICA como autoridad sanitaria, el contrabando explica pero no justifica la reinfección de aftosa, pues la “Zona de Alta Vigilancia” debía estar sujeta a estricto control de inventarios, vacunación rigurosa, control a Guías Sanitarias de Movilización, trazabilidad total y retenes móviles. Entre burocracia y corrupción, ese control sanitario se erosionó, y pasó lo que pasó.
Contra la dispersión, el Mando Unificado para superar la crisis. La propuesta está sobre la mesa.
Nota bene. Con IVA del 18%, la clase media, que había alcanzado alguna cultura de consumo de carne, se devolverá a las famas de barrio, a merced de la informalidad total.
@jflafaurie