En la serie dedicada a Bolívar ya se registra el encuentro de la bella Manuelita y el Libertador, en Quito, que marcara el comienzo de una relación dramática y afectuosa que solo termina con la salida de Bolívar hacia Santa Marta y su posterior muerte el 17 de diciembre de 1830. La serie muestra los episodios agitados que protagonizó una mujer que desafía los códigos de conducta de su época, que se insubordina contra las reglas preestablecidas que determinan el comportamiento de una sociedad cuyo valores venían de la época colonial que la obliga a aceptar un matrimonio convenido por su padre para lavar su nombre y garantizar la estabilidad económica pero que no respondía a sus aspiraciones y sentimientos de mujer.
La rebeldía de Manuela Sáenz la llevó a disolver de hecho su forzada relación matrimonial para incorporarse a las filas del ejército Libertador por el amor sin límites que llegó a profesarle a Bolívar, es vista hoy, por algunos cronistas e historiadores, como un acto de reivindicación de la libertad que le había sido conculcada al imponerle decisiones que afectaban su dignidad, o lo que hoy pudiera identificarse como el derecho al libre desarrollo de la personalidad.
Manuela Sáenz fue una mujer tan auténtica y original que llegó a asumir en forma anticipada roles que solo vienen a encontrarse en las mujeres ya muy entrada la segunda mitad del siglo XX. Manuelita lo sacrifica todo: su familia, su esposo, sus bienes de fortuna, su tranquilidad y su ciudad natal por la causa emancipadora y la veneración que guardara, desde que lo conoció, por el héroe de la guerra de la independencia.
Fue accidentada la vida de Manuelita, sin duda. Una vez sale el Libertador para la Costa Atlántica en camino hacia el extranjero, sus enemigos la emprendieron contra “la fiel depositaria de sus archivos y celosa defensora de sus glorias”. Luego de ordenarle una investigación que concluye en una sentencia de destierro, se le despoja de su grado militar -Teniente Coronel- y del emolumento correspondiente. La orden de expulsión vino a materializarse el 14 de enero de 1834; fecha en la que sale con sus fieles criadas Nathan y Jonatas al exilio en Jamaica.
De Jamaica intenta regresar a Quito en 1835 en busca de mejores condiciones de vida, pero el presidente Rocafuerte no la deja pasar y decide devolverla a Guayaquil con la orden de sacarla del país. Entonces parte hacia el Puerto de Paita, en el pacifico peruano, en donde permanece durante 21 años rumiando sus tristezas y defendiendo, como podía, la gloria del Libertador. En este refugio es visitada por ilustres personajes como el novelista Melville, Garibaldi, Simón Rodríguez, García Moreno, Ricardo Palma y Mosquera, entre otros.
El final de la agonía de la Libertadora del Libertador en Paita parecía ser un destino señalado para Manuelita, la última escala de su periplo vital, el último capítulo del drama de su existencia: morir en el destierro, pobre y abandonada por los que se beneficiaron de la libertad que nos legara la espada de Bolívar.