Bajar la acidez
Dicen los médicos holísticos y bionergéticos, que aunque no está demostrado científicamente, el origen del cáncer puede estar relacionado con las emociones y sentimientos negativos que golpean la materia desde los primeros años en la infancia. Mejor dicho que uno se va enfermando de cáncer desde niño y el desorden causado por las emociones negativas son el terreno fértil para el crecimiento anormal de las células.
Si bien es cierto que no hay evidencia científica, sí tiene sentido que las emociones negativas reiteradas afecten el equilibrio bioquímico del cuerpo.
Todo parece indicar que la rabia, los celos, la envidia y el largo etcétera revierten en el cuerpo físico produciendo en el cuerpo acidez y es en ambientes ácidos donde las bacterias, virus y parásitos encuentran la mejor fuente de alimento para crecer y fortalecerse.
Lo anterior unido a una alimentación llena de colorantes, azúcar y químicos son la fórmula perfecta para crear el terreno perfecto para el crecimiento desordenado de las células.
Además, el ritmo de vida, las angustias cotidianas, las responsabilidades, el ambiente agresivo en el que vivimos, son fuentes alimentadoras de la acidez en nuestros cuerpos.
Lo bueno es que hay remedios sencillos y preventivos. Lo contrario a un estado ácido es el alcalino. Es decir, hay que procurar mantener el cuerpo y la sangre en un estado alcalino en lugar de ácido y hay una fórmula sencilla y muy económica: tomar bicarbonato de sodio. Una cucharada diaria disuelta en un vaso de agua. Claro está que hay que evitar la comida chatarra y ojalá disminuir el consumo de carnes.
Muchas veces creemos que los problemas vienen de afuera y que las soluciones no tienen que ver nada con cambiar nuestros hábitos emocionales y físicos. Al final de la historia estamos hablando de nuestra propia supervivencia y es complejo descubrir que un mejor estilo de vida está en nuestras propias manos.
¿Por qué nos cuesta tanto emprender y sostener los cambios? ¿Por qué nos aferramos a nuestros malos hábitos como si ellos fueran el sustento de nuestras vidas? Pues parece que no hay nada más difícil que cambiar y hacerlo es cuestión de valientes. Es más fácil quedarse con lo conocido que avanzar hacia espacios desconocidos. Lo cierto es que para tener una buena vida hay que hacer esfuerzos importantes para lograrlo.