Teclados en acción
“No contaban con mi astucia” era la frase que el Chapulín Colorado usaba cuando lograba neutralizar al malo del paseo sin usar nunca un arma distinta a su nobleza y a su Chipote Chillón. Eso fue justo lo que sucedió con la reforma a la justicia que no contó con la decidida resistencia civil que se alzó desde las redes sociales para oponerse al adefesio que se pretendía promulgar.
Pues la historia de la caída de la reforma a la justicia, al menos en Twitter, la inició @Solano, un periodista y bloguero con más de cuarenta mil seguidores. Resulta que @Solano creó un hashtag Semuevelacontrarreforma que se convirtió en trending topic durante tres días, algo poco usual en términos virtuales y de duración en Colombia. Esto significa, palabras más palabras menos, que los ciudadanos de a pie y con computador y dispositivos móviles a la mano estaban conectados con lo que sucedía en el Congreso de manera inmediata. La agrupación del hashtag, siguiendo la iniciativa de Solano, generó una masa crítica en tiempo récord que se sintonizó con todas las voces que desde los medios de comunicación se opusieron a la reforma desde su comienzo. Pero fue sin lugar a dudas la presión de las redes sociales el detonante para que el presidente Santos a la casi medianoche del pasado jueves decidiera hacer la alocución que hizo. Y se puso en sintonía con las redes sociales, las tranquilizó y marcó un hito histórico al devolver al Congreso la reforma.
Hace 10 años ese adefesio hubiera sido aprobado sin mayor inconveniente porque ningún ciudadano se habría percatado de la barbarie sino meses después.
Lo cierto es que el país virtual está sintonizado segundo a segundo con lo que sucede con ese “país político” que llaman algunos y que parecía tan ventajosamente lejano. Los políticos tendrán que entender que en las redes sociales convergen los sentimientos de miles que son más fáciles de expresar en mensajes cortos y por medio de una pantalla. La velocidad y magnitud de lo que sucede con la gente conectada a un teclado es impresionante y el desagrado por la clase política es una mecha que genera de manera instantánea cohesión y solidaridad. Los tiempos en los que las leyes se aprobaban a espaldas del país se acabaron. Ahora los de ruana y con teclados en mano (nuestro chipote chillón) tenemos el poder de poner a temblar al más convencido y arrogante de los políticos.