MARÍA ANDREA NIETO ROMERO | El Nuevo Siglo
Lunes, 18 de Noviembre de 2013

Diez años después

 

El tercer lunes del año 2003escribí esta columna por primera vez. Recuerdo que el título fue “Fomipymes” y hacía referencia al programa del Gobierno para las micro, pequeñas y medianas empresas a través de la cofinanciación de proyectos productivos. Hoy día ese programa se transformó, pero la esencia de entregar recursos no reembolsables continúa y hay miles de empresas que se han beneficiado de esta acertada política gubernamental.

Pero de manera fundamental estas líneas las he dedicado a escribir acerca de la problemática de las mujeres, tratando de aportar elementos en pro de la construcción de una relación más equitativa y respetuosa entre los géneros.

En este sentido, en algún momento de esta década escrita propuse hablar de neofeminismo, tratando de defender la complementariedad entre hombres y mujeres en lugar de la competencia en la que de manera infortunada concluyó la tercera ola del feminismo. Sin embargo, soy consciente de que era muy complejo que después de una opresión histórica de derechos civiles y políticos por siglos, las mujeres pudieran asumir su rol en el siglo XX sin ese resentimiento social que se manifiesta en la esfera privada de la vida familiar. La obtención plena de los derechos empoderó a las mujeres pero al mismo tiempo produjo un desbalance en los hogares y los principales afectados fueron los niños y niñas que quedaron en manos de terceras personas encargadas de su crianza. Tal vez, por esta razón a comienzos de este año propuse una palabra que obviamente ya había sido utilizada por alguien más según mi búsqueda en Google, pero que de todas formas la lancé a la opinión, el “Niñismo”, para denotar ese vacío mencionado en los hogares donde la maternidad se vive por horas contadas y cuyo resultado son niños/as que están creciendo a merced de los maltratos que a diario registran los medios de comunicación. Con esto quiero decir que en nuestra evolución como sociedad, debemos encargarnos de defender los derechos de los seres más indefensos y por supuesto vigilar porque los ya ganados sigan siendo respetados.

Creo pues que la transformación del feminismo debe ser hacia la comprensión global del género, el genderism, ahora tan de moda en los círculos intelectuales de Europa y Estados Unidos y que consiste en el reconocimiento de la problemática de otros grupos sociales que deben aprovechar las conquistas positivas de la revolución femenina.

Estoy agradecida con El Nuevo Siglo, sus lectores y lectoras por la oportunidad no solo de escribir y comunicarme, sino de haber permitido que a través de este ejercicio semanal, haya podido crecer como mujer, escritora y de manera fundamental, como ciudadana de una patria que me importa y me duele.