MARÍA CLARA OSPINA | El Nuevo Siglo
Jueves, 27 de Octubre de 2011

¿Cómo se sentirán Chávez y Castro?

 

¿CÓMO  se sentirán Hugo Chávez y Fidel Castro después de ver el horrendo ajusticiamiento que los libios dieron a su gran amigo Muammar el Gadafi? Mas aún, teniendo en cuenta que este macabro asesinato fue cometido por gentes de su propio pueblo, ¿qué estarán pensando estos dos amigotes del difunto después de ver como fue sacado, como una rata, de dentro del tubo abandonado de una alcantarilla donde se escondía? ¿Cuánto miedo tendrán Castro y Chávez después de ver cómo insultaron, arrastraron por el piso, humillaron y maltrataron al tirano libio?
Fueron los mismos libios, a quienes por 42 años Gadafi mantuvo sometidos, quienes, sin miramientos de ninguna clase, acabaron con la vida del dictador.
Los libios actuaron tal y como habían aprendido del propio Gadafi, sin tener en cuenta los derechos humanos o las leyes, jueces y jurados, o una gota de misericordia.
¿Será que Castro es capaz de ver un reflejo de su historia en la de este tirano? Por algo fueron tan amigos desde el comienzo de sus regímenes. Cuando se iniciaban como dictadores, hace décadas.
No es sino ver las fotos de Castro visitando a Gadafi en Trípoli el 8 de marzo de 1977. ¡Cuánta amistad se tenían! Eran hienas de la misma pinta.
De allí, seguramente, se derivó el amor de Chávez por Gadafi. Una copia más de las actitudes de su “maestro” Castro. A Trípoli fue a dar también a abrazarse con Gadafi. Si estos tres no eran igualitos, sí, por lo menos, eran muy parecidos.
Si la salud de Chávez y el pueblo venezolano se lo permiten, con el tiempo llegará a ser un vivo retrato del libio. Ojalá los venezolanos, quienes aún tienen algo de poder de decisión sobre quién eligen para gobernarlos, se den cuenta de hacia donde van en manos de este hombre.
Yo pienso que tanto Castro como Chávez deben tener hoy mucha furia, pero, sobre todo, mucho miedo por lo que ha pasado con su amigo. Porque, valga la verdad, cualquier día lo mismo, o algo peor, les puede pasar a ellos.
Castro debe estar vociferando para que se impida la proliferación de la noticia en Cuba, para que sean obstruidas todas las redes sociales, interceptadas las ondas radiales, etc. Todo aquello que el régimen suele hacer para mantener a su pueblo en total ignorancia de lo que sucede en el mundo. Ante todo, debe impedir que el pueblo cubano se entere de que, uno a uno, han ido cayendo los tiranos como él.
La “explosión” de los pueblos árabes, hastiados de gobiernos dictatoriales de los cuales parecían no poder zafarse, ha sacudido a la región y al resto del mundo por su fuerza, su insistencia y su rapidez. Esta “primavera” árabe bien puede enseñar a otros pueblos el valor que se requiere para destronar a los tiranos. Ojalá se impregnen de este valor los cubanos, venezolanos, iraníes y coreanos del norte, quienes son quizás los pueblos más sometidos de nuestra aldea global.