MARÍA CLARA OSPINA | El Nuevo Siglo
Jueves, 26 de Septiembre de 2013

En el país de los duendes

 

En Islandia el 52 por ciento de la población cree en gnomos, “trollos”, aparecidos, (hidden men) o alguna clase de duendes. Esto no es sorprendente en un país cuya historia se basa en “sagas”, parte hechos reales, parte leyendas o mitos, cargados de personajes siniestros, violentos e inexplicables, y donde inventar, contar y escribir historias ha sido siempre el pasatiempo preferido durante los largos y helados inviernos, en los cuales por 16 horas reina la oscuridad. No en vano el país ha producido grandes escritores y poetas entre ellos Halldór Laxness, Nobel de Literatura en 1955.

Es este un país de origen volcánico, de extraordinaria y excepcional belleza natural, de acantilados infranqueables, enormes extensiones deshabitadas, plenas de cuevas, cráteres y formaciones extrañas, glaciares inmensos, miles de voluminosas cascadas, profundos cañones, desiertos de arenas negras con lagunas de aguas azules humeantes. Todos, lugares con un carácter irreal y misterioso, como el origen mismo del país.

Islandia fue colonizada hacia el año 800 DC. Primero por monjes irlandeses, luego por vikingos, los cuales llegaron con sus esclavos y esposas, muchas de ellas celtas, raptadas en saqueos a Irlanda y Escocia. En el comienzo se practicó el culto a los dioses vikingos, al mismo tiempo que la religión cristiana, de acuerdo con las necesidades del momento.

Los islandeses se consideran un pueblo “formado a fuego y hielo” que ha enfrentado no solo frecuentes y desastrosas explosiones volcánicas, sino los más intensos inviernos del planeta. Su nación y personalidad se desarrolló en medio de vicisitudes inmensas. Sin embargo, hoy es un país próspero, con un alto nivel de vida y equidad social, sin pobreza, ni analfabetismo.

Islandia cuenta con 317 mil habitantes, dos terceras parte de ellos viven en la capital Reykjavik, agradable ciudad costera, rodeada de parques, cuyo nombre quiere decir “ciudad en la nubla” por la cantidad de fuentes termales que  la cubrían de vapor.

La energía geotérmica producida por la actividad volcánica es ampliamente utilizada en el país y todas las casas son calentadas con ella. Además existen piscinas termales usadas por la mayoría de la población casi a diario, aun durante el invierno. Algunos consideran que estos baños, la ausencia de contaminación y el alto consumo de pescado, son la razón de la longevidad de los islandeses.

En Islandia hay cerca de 700 mil ovejas, o sea el doble de habitantes, y 80 mil caballos de pura “raza islandesa”, pues, por más de mil años no se han mezclado con otras razas, algo estrictamente supervisado por el Gobierno. Son caballos bajos, gruesos, peludos, con abundantes crines y variados y hermosos colores. Resistentes a las bajas temperaturas, son famosos por su inteligencia, los islandeses los consideran “sus mejores amigos”.

En verano en las costas anidan cerca de diez millones de frailecillos o “puffins”, además de muchas especies de aves marinas que hacen de la isla un verdadero paraíso para los ornitólogos.

 Visitar Islandia es encontrar un mundo fantástico y diferente, que bordea casi lo irreal y en todo sentido.