MARTA LUCÍA RAMÍREZ | El Nuevo Siglo
Martes, 18 de Junio de 2013

No es medida contra revaluación

 

Entre la variedad de objetivos que el país y los individuos pueden trazar para el alcance de una sociedad plenamente desarrollada, uno de los más nobles es la protección de la vejez con el aseguramiento de un ingreso, producto de una vida de trabajo, con acceso a servicios de salud y recreación, y sobre todo culminar una existencia con tranquilidad y paz.

En la definición de un sistema sostenible y equitativo que provea estas metas, los fondos de pensiones surgen como un actor que ofrece la posibilidad de ampliar los beneficios futuros de los ahorradores gracias a la utilización de sus contribuciones en inversiones rentables. Su idoneidad y capacidad para decidir dónde, cómo y cuánto invertir no se ha puesto en duda bajo ninguna circunstancia, pues estas empresas conocen de antemano el riesgo asociado a sus actividades.

Por otra parte, Colombia presenta un importante rezago en competitividad. Recordemos que según el Índice Global de Competitividad nos ubicamos en el puesto 69 y la regulación existente sobre la tasa de cambio figura como un problema para hacer negocios dentro del país. Si bien, no podemos trasladar la falta de eficiencia en los mercados globales únicamente a la revaluación, si podemos encontrar una causa primaria para ambas: la falta de una política económica que trascienda la estructura actual del aparato productivo e impulse nuestra capacidad para innovar, emplear mayor mano de obra y  diversificar los bienes y servicios producidos en el país.

En aras de retomar el camino de tasas de crecimiento elevadas y aumentar la participación de Colombia en las exportaciones mundiales, el Gobierno anunció medidas cambiarias, donde la demanda de dólares se dé a través de los fondos de pensiones para que estos coloquen cada vez más inversiones en el exterior, por un valor aproximado de $ 1,3 billones de pesos. Si tal anuncio era obligatorio o sugerencia, no quedó claro, pero sí se levantaron diferentes voces inconformes con el tema, como las mismas aseguradoras y los gremios especializados.

Junto al borrador propuesto para el cambio de rentabilidad mínimo de los portafolios se espera que se alcance la meta de colocar US$ 4.000 millones fuera del país especialmente con los fondos moderados donde está el grueso del ahorro, pues cuando una persona entra al sistema y no decide entre una de las tres modalidades, sus contribuciones irán directamente a este.

De igual forma, la medida propuesta deja espacio para la discusión sobre el aumento del riesgo del patrimonio de las aseguradoras -dado el caso que los retornos de los diferentes portafolios no alcancen el mínimo-, la forma de cómo los nuevos intereses generarán mejores resultados a cada ahorrador y los índices que podrían tomarse para decidir la rentabilidad de los activos.

El dinero manejado por las AFP es un importante ahorro que debe traducirse en inversiones productivas por lo que la medida más que buscar un control cambiario debe enfocarse en utilizar estos recursos como fuente de fondeo para acabar con los cuellos de botella que limitan el aumento de la competitividad como la infraestructura y la educación, logrando un cambio positivo en el sector real, el alcance de una vejez digna y plácida y un futuro favorable para nuestras generaciones siguientes.