MARTA LUCÍA RAMÍREZ | El Nuevo Siglo
Miércoles, 7 de Diciembre de 2011

 

¿Solamente un episodio más? 

 

 

Ante el infame asesinato de los miembros de la Fuerza Pública el pasado fin de semana, la actuación de las Farc merece una vez más el repudio del pueblo colombiano y de la comunidad internacional, pero ¿por cuánto tiempo? ¿Con qué consecuencias? ¿Con qué cambios en la acción frente a los criminales?

Mal hacen las personas que ponen en tela de juicio la conveniencia y proporcionalidad en la actuación de nuestras Fuerzas Militares en una operación de búsqueda y registro. Hacer presencia en todo el territorio nacional es no sólo su derecho, sino el deber de nuestra Fuerza Pública. El ejercicio de la soberanía no sólo se da frente a amenazas externas, sino internas y la búsqueda de campamentos y lugares de retaguardia es una labor que debe seguir, tomando por supuesto, todas las precauciones para evitar el riesgo a la vida de los secuestrados y de la población civil a quienes los terroristas utilizan como escudos humanos.

Como era de esperarse es cínico el comunicado de las Farc lamentando la muerte de nuestros policías y nuestro soldado, sabiendo el mundo entero que sin consideración alguna a las normas del Derecho Internacional Humanitario les dispararon a quemarropa, por la espalda y rematándolos. El acto que hoy de nuevo nos aflige, no puede quedar como un episodio más en esta sucesión interminable de atrocidades, obliga al menos a una reflexión más seria sobre los escenarios que tenemos. Acompañamos al Gobierno del presidente Santos y reconocemos su dirección del orden público, pero creemos que el análisis de escenarios frente a los grupos alzados en armas debe involucrar diversas miradas y prever diferentes opciones.

Sobre las vergonzosas declaraciones de Piedad Córdoba, tan dispuesta siempre a cuestionar al Estado colombiano y a nuestra Fuerza Pública, pero tan silenciosa frente al reclutamiento de niños y a las múltiples violencias de la guerrilla contra las mujeres como arma de guerra del conflicto, ya sabemos que cuando pone en duda la autoría de tan deplorable crimen y aduce que se requiere una comisión internacional que determine las circunstancias en que fueron ejecutados los secuestrados, sólo está buscando como en el pasado, confundir a la opinión. Su actitud resulta contraevidente con el reconocimiento del mismo grupo terrorista frente a sus acciones y a la muerte en cautiverio de los secuestrados con ausencia de mínima consideración humana, como también quedó documentado en la declaración rendida en la audiencia de legalización de captura, por la guerrillera capturada en la operación.

Es un insulto a los colombianos que ahora la exsenadora diga que tiene una carta en la que consta la buena voluntad de la guerrilla para hacer liberaciones unilaterales de secuestrados y que por culpa del Gobierno no se han podido concretar. Ya está bien de manipulaciones al sentimiento colombiano y a la búsqueda de la paz. A quienes no tienen un verdadero sentimiento de patria, ni una visión de nuestro desarrollo futuro basados en la profundización de la democracia colombiana, les duelen más la muerte de “Cano”, la de “Jojoy” y la de “Reyes”, que la de nuestros soldados y policías. A todos ellos debemos hacerles sentir el repudio de los colombianos y rechazar sus declaraciones e insinuaciones.

A los colombianos que creemos en nuestras instituciones, en el Estado de Derecho y en la democracia, nos queda seguir adelante apoyando al Gobierno y a la Fuerza Pública y exigiendo más transparencia y eficacia en la tarea gubernamental de brindar más seguridad, mayor presencia del Estado en todo el territorio y mejores condiciones de vida y oportunidades a todos los colombianos. Mientras tanto, debemos manifestarnos y mostrar que en Colombia de verdad hay un sentimiento de indignación que no es episódico sino permanente ante la barbarie y los actos despreciables que hoy nuevamente tienen a la Nación de luto.