Los Twitters
“Nadie en sus cabales ve en Cuba un modelo a seguir”
LO que hoy sabemos de Urbe saca valedero el aforismo de Shaw: “A los políticos y a los pañales hay que cambiarlos a menudo y por los mismos motivos”. Fue una reelección peligrosa cuyas consecuencias todavía no se decantan, excepto en algunas líneas: la guerrilla continúa viva. Y se acrecentaron cepas delincuenciales como las ‘bacrim’. Aunque el espantajo del terrorismo ya no es eficaz para ocultar negociados, los métodos terroristas siguen vivos. Así como el sicariato verbal del ex presidente.
Un conocedor de tácticas militares decía que los éxitos obtenidos se debían a la conformación de grupos elites que iban a vivir a la selva. Desde allí, tarde o temprano, conocían la forma de actuar del enemigo. Se convertían en unos avispones contra las avispas. Además, en el ámbito internacional, el descrédito por el modelo cubano dista mucho del nostálgico ideal de los años 60. Hoy lo que hay es un repudio por la satrapía de los Castro, aferrados al poder en una isla a la que niegan alternativas en libertad. Y si bien Chávez dice admirar a Cuba recomendándola a los enfermos, como recomienda Uribe a Panamá a sus delincuentes subalternos, lo cierto es que nadie en sus cabales ve en Cuba un modelo a seguir, ni aspira a tener a Panamá por cárcel.
Quizás el lector leyó el insulto de Uribe contra el ex presidente Lula. Lo acusa de cobardía con Chávez. Sólo faltó su familiar aforismo “le rompo la cara marica”. Estamos frente a un estadista. Hay que reconocer que al menos Lula nunca nombró a Chávez intermediario para negociar con la oposición. Esa insensatez se le dejó a Uribe, que ahora olvida el giro de 180 grados. El otro insulto fue una serie ininterrumpida de trinos contra los diversos jueces y juezas de la República. El mesurado estadista finge creer que así mejora la situación de los reos.
Estos insultos vinieron justo después de haber llamado pro-terrorista a Isabelle Durant, distinguida vicepresidente del Parlamento Europeo, considerada una de las mujeres más influyentes de la política mundial. Ella vino a Bogotá a enterarse de lo ocurrido con las víctimas del espionaje telefónico. Uribe, lejos de sincerarse, la insultó. Me permito vaticinar que Uribe será juzgado eventualmente por la Corte Penal Internacional. Él es lo suficientemente primario para autoconvencerse de su razón para insultar como terrorista a todo opositor. Sus injurias son urbi et orbi, como las bendiciones papales. Así lo hizo con el Premio Nobel Pérez Esquivel, los curas javerianos, la muy respetada Amnistía Internacional, y el director de Human Rights Watch. Seguirá haciéndolo con la esperanza de descalificar a cualquiera como juez futuro. Pero esas Cortes tienen suficientes para sustituir a aquellos que se declaren impedidos. Veremos al ex presidente explicando qué ocurrió con los falsos positivos, denunciados en seguida por Juan Manuel Santos apenas posesionado como ministro de Defensa. Eso no prescribe ni se borra con twitters agresivos. Ahí queda. Y no es que se quiera graduar a su gobierno de corrupto. Es que, con el mismo metro con el que se juzgó al de Samper o al de Rojas Pinilla, el de Uribe ya tiene postgrado en cleptocracia. En fin, Uribe sigue vigente a la brava, pero, como recomienda Shaw, al político hay que cambiarlo como al pañal y por los mismos motivos.