El Nuevo Acuerdo
América Latina tiene un mercado mayor con Estados Unidos que el de esta potencia con China. Más grande y más cercano. Son, por ejemplo, de tanta importancia las compras de petróleo de Washington a Venezuela que Chávez se ha enfrentado de palabra a la Casa Blanca. Pero ambos deponen toda retórica antes de poner en riesgo los intereses geopolíticos. Al punto que al recrudecerse el conflicto entre Uribe de Colombia y Chávez. El entonces presidente Bush se declaro neutral, en esa pelea doméstica. Es decir, no puso en riesgo la relación comercial con Venezuela, en el lustro, anterior para satisfacer las pretensiones de Uribe de convertirse en punta de lanza, tipo Israel, frente al “Terrorismo” continental.
Bush distinguió entre los intereses duraderos de la relación diplomática. Sabia bien que un buque petrolero que zarpa de los países árabes puede tardar cuarenta y cinco días, en cambio desde Venezuela llega en cuatro días solamente y así las cosas es inútil entregarle bases militares o apoyar su ilegitima guerra en Irak. Ese tipo de acciones subalternas no lograron siquiera que Colombia firmara a tiempo el TLC con él. Ni siquiera consiguió que a Uribe lo recibiera en Washington la poderosa presidenta del Congreso, Nancy Pelosi, espantada por los informes de Derechos Humanos, los falsos positivos y las chuzadas.
El crecimiento acelerado de Sur y Centroamérica ha obligado a Washington a cambiar su actitud para con nosotros. La presencia de Asia y China en el mundo hace inviable que E.U. pueda competir sin nuestra colaboración. Eso explica la deferencia del presidente Obama para con Colombia en la VI Cumbre de las Américas en Cartagena. La diplomacia de San Carlos ha logrado liderazgo para nuestro país. Santos ha obtenido una presencia internacional que Colombia no lograba desde el gobierno López Michelsen, cuando el general Torrijos, Carlos Andrés Pérez de Venezuela y Daniel Oduber de Costa Rica firmaron el Acuerdo de Contadora para que el Canal de Panamá revertiera a Panamá.
Lo ocurrido en Cartagena esboza bien las tendencias de América toda con su diversidad. No se puede mantener la visión de la guerra fría que excluía a países enteros, ni tampoco es aceptable el apoyo a las guerrillas como hizo Cuba. Es vano revivir colonialismos como el británico en las Malvinas que expulsó a los habitantes nativos ahora muy orondos dicen que los residentes en las islas son los únicos jueces.
Pero lo que sí se revisó fue el concepto de dependencia. Estados Unidos depende tanto de Latinoamérica como nosotros de ellos. Quizás más China es el segundo importador de Colombia. Y con una unidad de propósitos mínima América toda puede llegar a liderar el mundo.