Medellín nos gana | El Nuevo Siglo
Martes, 3 de Abril de 2018

Parodiando una vieja canción, Medellín tiene metro y también tiene tranvía. Bogotá, ni lo uno ni lo otro.

Los últimos alcaldes bogotanos -Mockus y los tres del Polo- echaron atrás la ciudad. Peñalosa hizo un primer excelente gobierno y, este segundo, avanza en obras y vías principales pero, por no escuchar a los ciudadanos, se está dejando ganar de Medellín.

Claro que el metro elevado es una solución parcial y, por supuesto, infinitamente mejor que el esperpento de un metro subterráneo. Pero su insistencia en un TransMilenio por la emblemática carrera séptima es un error descomunal. Primero, porque está solamente a doscientos o trescientos metros de la troncal Caracas. Segundo, porque no cabe y va a dificultar el tránsito de los particulares. Tercero, porque contaminaría aún más el aire. Y cuarto, porque un tranvía –metro ligero que diría Petro- ocupa menos carriles y es más eficiente.

Medellín –y creo que Bogotá también-han ensayado buses eléctricos. De Medellín sabemos que la prueba es satisfactoria y, seguramente, con los problemas de contaminación que tiene la ciudad, se van a imponer. Así son los paisas.

Del de Bogotá no sabemos nada. Pero sí sabemos que hay una licitación para reemplazar más de mil vehículos contaminantes de TransMilenio. Y, como gran cosa, se dice que van a ser híbridos que también son contaminantes porque queman diésel. ¿Por qué no eléctricos, de una vez?

En Transantiago se están incorporando lentamente buses eléctricos para sustituir los de diésel.  Tienen una autonomía entre carga y carga de 250 kilómetros y un tiempo de recarga de 3.5 horas. La carga de la batería cuesta 30 dólares y rinde 1.5 kilómetros por Kwh, de donde el costo por es de 70 pesos chilenos, frente a 300 (USD 50.oo) de los actuales. Claro que los vehículos en sí son más costosos pero su mantenimiento es mucho más bajo porque tienen muchísimas menos piezas movibles.

Shenzhen es una ciudad china que en 2015 se decidió por la energía renovable. Desde el 1 de enero de 2018, todos los buses públicos (algo más de 16.000) y privados son eléctricos. Ahora buscan que en el 2020 solamente circulen carros eléctricos. Para ello han instalado unas 500 estaciones y 8.000 postes de recarga. Esperan disminuir en 1,35 millones de toneladas al año las emisiones de CO2 con un ahorro en los costos de casi el 75% en comparación con los diésel. Lo que prueba que sí se puede.

Hay quienes están proponiendo usar las vías férreas para meter TransMilenios. Sería una torpeza descomunal porque se necesitan para otro proyecto indispensable: los trenes eléctricos de cercanías hasta Facatativá y Nemocón.

Estamos en el siglo XXI. La contaminación nos ha llevado a alerta amarilla en ciertos sectores de Bogotá. El alcalde tiene que sacudirse de la cabeza, no la idea del TransMilenio que ha sido magnífica pero sí la de los buses diésel o híbridos. Y piense que en los países escandinavos y otros de Europa central la basura se transforma en la energía necesaria para las recargas, con lo cual resolvemos también el problema de los rellenos sanitarios.

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Coda: Quiero invitar a don Trancón Bocarejo, el Secretario de la Inmovilidad, a que dé conmigo una vuelta de dos horas por la ciudad, en carro como ciudadano corriente. Le llevo un cuaderno de 100 hojas y un lápiz para que anote las infracciones que vaya viendo. Y se dé cuenta de que la policía de tránsito no sirve para nada y de que no es con policías acostados como se resuelven los trancones.