La Cumbre Europea que finalizó el pasado viernes reunió a los 27 jefes de los países de la zona euro y a la presidente de la Comisión Europea. Tres temas ocuparon la agenda: crisis energética, migración y el problema que generado por la decisión interna de Polonia de cuestionar el orden legal comunitario, asuntos todos de especial importancia para Europa y para el mundo.
Adicionalmente, la Cumbre fue el escenario para rendir homenaje a la mujer que durante los últimos 16 años dirigió los destinos de una Alemania reunificada pero que también fue determinante para Europa. En efecto, si los tres partidos que pretenden formar el próximo Ejecutivo en Alemania logran un acuerdo, esta sería la última de las 107 cumbres a las que asistiría Merkel. Elogios y palabras de admiración estuvieron presentes. El carácter de la canciller alemana, su sabiduría, pragmatismo y sentido humanitario fueron esenciales para que la zona, sus dirigentes y los pueblos, llegaran a acuerdos sustanciales en momentos de profundas crisis. En medio de ovaciones y aplausos, los líderes europeos afirmaron que “una Cumbre sin Ángela Merkel, sería como Roma sin el Vaticano o París sin la Torre Eiffel”.
La probada capacidad de Merkel para negociar, llegar a consensos y, en medio de las discusiones más polarizadas encontrar puntos de unión, fue definitiva para que la UE enfrentara retos tan importantes como la crisis económica derivada de la pandemia o la migración, entre otros.
Tal vez sin proponérselo y sin que estuviera en su agenda visible, la Canciller saliente constituye ejemplo e inspiración para muchas mujeres en el mundo.
Creció y se formó en una pequeña ciudad de lo que fue la RDA. Desde muy joven, teniendo como referente a otra mujer (Marie Curie), en su condición de física, y habiendo tenido que luchar para poder entrar a la Universidad, se desenvolvió en un mundo dominado por hombres. Posteriormente, al encontrar en las posibilidades de libertad que ofrecía la terminación de la dominación soviética en Alemania Oriental, incursionó en política. Así, de la mano del entonces Canciller Helmuth Kohl, pero por mérito propio, se unió al CDU. También allí encontró una organización patriarcal, masculina. A pesar de sus logros, por algún tiempo fue reconocida como “la chica de Kohl”, lo que ha propiciado el interrogante acerca de cómo una mujer de tal talante, méritos e importancia no es percibida por lo que en esencia es.
Fue subestimada en sus capacidades, no obstante, lo cual llegó a ocupar el Ministerio de la Mujer y luego el del Medio Ambiente, dos temas de la nueva agenda internacional de la época, que ahora, en el siglo XXI, resultan prioritarios. Se rodeó mayoritariamente de otras mujeres, capaces, ponderadas y, como ella, equilibradas.
En pocas ocasiones se declaró feminista y cuando lo hizo señaló que todas las mujeres debían serlo sin aspavientos, pero sí respetando y haciendo gala de la feminidad que les es propia. Con su ejemplo demostró que son las acciones, la dignidad propia, la convicción de no ser menor a los retos, la actitud no de víctima sino al contrario de mujer independiente, capaz de equilibrar los distintos roles de la vida, la experticia y el tesón, lo que permite pensar que toda mujer tiene la capacidad para ocupar el espacio que desee en la sociedad.
Por @cdangond