Lo dicho y no dicho durante la firma del Acuerdo Final de Paz entre la guerrilla de las Farc y el gobierno de Juan Manuel Santos, que pasado mañana será refrendado o rechazado en urnas me mantiene ocupada mientras deshojo una margarita: me quiero mucho, poquito, nada…
De lo dicho se han ocupado el gallinero y la platea. De lo no dicho, la academia, la oposición, los tercos. Mientras oscilo entre mis convicciones y los anhelos de mi hija, la inefable Gabriela, pienso entonces en el metalenguaje, ese que utilizamos cuando con él nos referimos no al objeto del discurso, sino al lenguaje que se ocupa del objeto del discurso. Galimatías.
Desde el metalenguaje me pregunto por qué si Santos a lo largo de su intervención en el festival de los neogandhis se refirió al jefe de las Farc usando su nombre de pila, o sea, Rodrigo Londoño Echeverri, este suscribió el acuerdo usando uno de sus alias: Timoleón Jiménez.
Quizás nos advirtió que nos hará pistola y no sabremos a quién exigirle que honre la palabra. Ya supuestamente retornado a la civilidad, puede aducir que el que firmó fue otro. Metalenguaje: del dicho al hecho hay un gran trecho.
Rememorando las escenas del festival en Cartagena, en off me llegan las palabras de Timochenko: “durante más de treinta años, cada proceso de paz significó un logro de la insurgencia y (…) por tanto tenemos pleno derecho a declarar como una victoria (…) la suscripción de este Acuerdo Final”, que se chocan con las dichas por Santos mientras daba contentillo con la Citación Presidencial de la Victoria Militar y Policial: “Esto que estamos firmando el día de hoy es (…) la victoria de nuestras Fuerzas”.
Desde el metalenguaje me pregunto cómo se combinan dos visiones antitéticas sobre vencedores y vencidos, sobre causa y efecto. ¿Se romperá la cuerda por lo más delgado? ¿Qué es lo más delgado?
Quizás por ello Timochenko no pidió perdón sino que magnánimo lo ofreció. Desde el metalenguaje si pido perdón, asumo mi culpa; pero si ofrezco perdón, tú, en este caso las víctimas, como en el poema de Mahmud Darwish, Cargarás con el peso de la mariposa.
No las manoseadas de Gabo sino las de Lorenz, quien desde la Teoría del Caos mostró “el efecto mariposa”; el aleteo del Sí y del No, lo sentiremos todos.
“(…) No al teatro del lenguaje. No a los límites de ese sueño. Y no a lo imposible”.