El tema de las migraciones forma parte de la agenda global, desde hace un buen rato, y de la de muchos países, y ello de una manera prominente.
Recordemos que un país que ha sido tan importante ya desde finales del siglo XIX es producto de la actividad creativa de millones de migrantes. Hablo de los Estados Unidos de América. Ese fue su orgullo por mucho tiempo. A tal punto que el denominado “sueño americano” era el horizonte de esperanza para muchos ciudadanos y sus familias en diferentes partes del mundo
El mundo de hoy, desde hace ya varias décadas es muy diferente del que permitió ese maravilloso fenómeno que se dio en los Estados Unidos. Y en los últimos años las circunstancias han sido tan distintas que aún en ese país, modelo de las corrientes migratorias y de su capacidad creativa, la migración se ha convertido en un tema de seguridad nacional a tal punto que nadie habría imaginado jamás que Estados Unidos, por ejemplo y no es el único, recurriría a la construcción de un inmenso muro, de una pared, de una barrera para impedir la llegada de migrantes. Y que los que emigraron ayer y fueron muy exitosos son ahora los mayores críticos de los potenciales nuevos migrantes.
Europa ha tenido que acudir también a medidas similares y no ha sido fácil en los últimos años para sus gobiernos diseñar políticas para gestionar exitosamente el tema de los migrantes. y casi que diariamente experimentamos el dolor de enormes tragedias que ocurren como consecuencia del afán incontenible de muchas familias de navegar un mar tormentoso en naves que no ofrecen ninguna seguridad o en hacer recorridos tortuosos, muy costosos, sometidos a chantajes, extorsiones, abusos para poder llegar a una frontera que creen que van a poder superar y así encontrar el sueño que ofrece un futuro mejor para sus familias. Es un drama global. Es algo que nos perturba diariamente.
Sabemos de familias que han sido divididas, de niños que han sido separados de sus padres, de miles de prisioneros que no lograron alcanzar el sueño, son historias muy dolorosas. Colombia que era un país que generaba migrantes de pronto tuvo que pasar una legislación, admirada por el resto del mundo, para acoger casi 3 millones de migrantes venezolanos y hoy es un país de tránsito para ciudadanos no solamente de países vecinos sino de otros tan lejanos como los que nos traen en aviones de la compañía aérea de Turquía y que se someten a ese recorrido tormentoso de superar el Darién o cruzar Centroamérica para acercarse a la frontera americana.
Es un fenómeno que continuará creciendo y generando todo tipo de situaciones vergonzosas, en unos casos, muy dolorosas y tristes en otros. Y muchos lograrán el anhelado sueño.
La desigualdad mundial, ahora más notoria y creciente, hace inescapable que los más desvalidos busquen llegar a los países donde se encuentra el bienestar mínimo que los seres humanos reclaman y al cual tienen derecho de aspirar. Muy difícil que existan altos niveles de bienestar, o medianos, y que ellos no sean el objeto del deseo incontenible de muchos, muchísimos desvalidos por alcanzarlo, así sea en su expresión más básica. Es que vivimos en un mundo que nos hace vecinos, la aldea global, y así no era antes.
La presión migratoria está ahí y seguirá cada vez con más fuerza. Es un tema que requiere estudio, análisis, así muchos subestimen el valor del conocimiento para la solución de los problemas. Quienes conocen el tema me dicen que hay abundancia de investigaciones académicas pero que no son tomadas en cuenta por los sectores políticos. Y el tema es cada vez más político...más electoral.