Minimizar el empleo | El Nuevo Siglo
Martes, 7 de Enero de 2025

Aunque el presidente Gustavo Petro fue incapaz de diseñar una genuina reforma laboral, ahora perjura tener el método para reducir el salario parlamentario. Igual que el Congreso, los sindicatos no representan a la mayoría de los empleados, sólo benefician a una minoría y excluyen a los desempleados. Finalmente, como el mal denominado gobierno del cambio, la comisión permanente de concertación de políticas salariales y laborales vacaciona 11 meses.

Colombia ha desatendido a la ocupación de subsistencia y el tan masivo como vulnerable microemprendimiento. Según la Ministra de Trabajo, la informalidad es estructural, y no depende del mínimo. Entretanto, las empresas siguen jugando a “las sillas musicales”, eliminando puestos de trabajo.

En nombre de la exactitud, siempre relativa en los asuntos psicosociales o socioeconómicos, Fedesarrollo también intentó desviar la atención de lo importante. Alborotar la discusión del mínimo por diferencias de unos puntos básicos entre metodologías de medición, parecía tan insustancial como oportunista.

Su necio director Luis Fernando Mejía nada resolvió siendo parte del gobierno Santos, y ahora ejecuta proyectos financiados con recursos del “cambio”, aunque la economía de mercado que profesa sin independencia nunca construyó una “sociedad incluyente y equitativa”. Sus investigadores tampoco proponen revolucionar los impuestos; como al apóstol Mateo, son opresores despreciados por el pueblo, pues bendicen “a los ricos, dándoles más”, mientras maldicen a los demás.

Negando sus conflictos de intereses, aunque está sentada a la diestra del establecimiento, la tecnocracia nos obliga a “poner la mejilla izquierda”, y a bajar la cabeza con el umbral de pobreza adquisitiva. También atentó contra la integridad de Piedad, la directora del Dane. Ese patrón de conducta reproduce la estrategia de defensa contra los ataques al paramilitarismo o los falsos positivos, acusando los delitos cometidos por las guerrillas y omitiendo cualquier referencia al “malestar total” que denuncia la mayoría de los colombianos.

Petro incurre en el mismo error. En lugar de celebrar el mismo indicador del “desempleo” que le criticaba a su antecesor (Iván Duque), debería anunciar que el “empleo” sigue siendo deficitario. Además de la escasez, en proporción a la población económicamente activa, la tasa de participación muestra que cada vez más personas, frustradas y desesperanzadas, renuncian a buscar trabajo.

Sumando eso a la persistente exclusión y deserción en la educación superior, Colombia seguirá condenada a tener una mediocre mano de obra, que termina refugiándose en la informalidad de la economía popular, las miserables apps o la abyecta ilegalidad. Sin panaceas, los empleados también permanecen estancados, pues el salario promedio converge hacia el mínimo, y casi todos deben trabajar la jornada máxima.

Presidente, en lugar de engañar a sus seguidores celebrando que el desempleo es el más bajo desde 2016, lamente que el desempleo y el rebusque continúan maldiciendo a 8/10 colombianos, y asuma compromisos para masificar la creación de empleos, eliminando impuestos y recargos; impulsando la productividad, modernizando el Sena; e interviniendo la inequidad en el ingreso y la calidad de vida, instaurando un salario máximo, múltiplo fijo del mínimo.