El 14 de noviembre pasado se cumplieron cien años del nacimiento de Misael Pastrana Borrero, en Neiva, la bella capital del Huila.
Sus inicios en la vida política y social de Bogotá están descritos en la nota que, con ocasión de su muerte, le hiciera su amigo de antes y duro contradictor final, Alfonso López Michelsen, quien se inclinó noblemente “ante los fueros del dolor y los privilegios de la muerte”: …” Opita hasta los huesos, cautivaba fácilmente a su interlocutor y se adueñaba de cualquier tertulia con un sorprendente dominio del tema que estuviera a su consideración.” Más adelante agrega: “No tengo ningún inconveniente en reconocer que los cuatro años de su mandato señalan el mayor período de crecimiento económico en la segunda mitad del siglo XX.”
El epígrafe de su libro Reflexiones Después del Poder, editado por la Biblioteca Piloto de Medellín (1981): “Lo que justifica toda actividad política es servir al ser humano”, Jacques Maritain, refleja su pensamiento centrado en la obligación mayor de la política: servir al pueblo.
Tenía Pastrana información al día sobre los adelantos y fracasos del acontecer contemporáneo. Su bandera pionera, advertir el Cambio Climático, demuestra la actualización de su comprensión del mundo. No había campo en su activa inteligencia para los grises colores de los conformistas. Al echarle una mirada a sus cuatro años de gobierno, al final del Frente Nacional, nos vamos encontrando con el compromiso social que asumió como mandatario. El Idema, por ejemplo, tomado de los almuerzos populares de Haya de la Torre, buscaba con urgencia combatir el hambre del pueblo colombiano. Estaba pendiente a diario de los precios del mercado popular. Y así lo advirtieron los habitantes de las barriadas pobres de nuestras ciudades, que se despidieron rápidamente de la Anapo. Fue un éxito político contra el populismo desbordado de Rojas Pinilla y un hecho que no tiene precedentes en la historia de los movimientos sociales. De “espectacular hazaña política”, la calificó López Michelsen. Esa es la prueba mayor de la pertinencia y eficacia de las propuestas y proyectos del gobierno del Frente Social. Objetivo: el pueblo.
Un tema al que el presidente Misael Pastrana le dio gran importancia fue al ahorro personal. Leámoslo:
Después de prolijos estudios…, procedí a configurar para Colombia un sistema privado de préstamo y ahorro, basado en la corrección monetaria, la cual estaría exenta de impuestos, mientras los intereses continuaban siendo objeto de los gravámenes respectivos.
En el término de un solo año, entre 1972 y 1973, estaban funcionando diez Corporaciones con acción extendida en toda la nación, con 60 mil cuentas de ahorro y solicitudes de préstamos muy superiores a esos ahorros, que a la tasa actual de nuestra moneda equivalían a 200 millones de dólares. Y, contra el escepticismo de los críticos, todas las formas existentes de ahorro también crecieron simultáneamente.
La dinámica del sistema reflejó sin dilaciones en el crecimiento de la construcción, que en cifras de metros cuadrados significó un 36% de aumento en 1973 con referencia a 1972, y con un incremento de características similares en el primer semestre de 1974, etapa final de mi administración. (Reflexiones después del Poder. Pág. 81)
En la vida diaria el Upac significó la oportunidad de adquirir vivienda con créditos a largo plazo. Muchos, como es mi caso, adquirimos entonces nuestro primer apartamento.
Por supuesto, Pastrana, intentó inculcarle al Partido Conservador la concepción social de la política. En la Convención del Partido, julio de 1987, se aprobó su propuesta de llamar Partido Social Conservador, a la vieja colectividad que fundaran Ospina Rodríguez y Caro en 1849. El insuceso en las elecciones de 1990 fue interpretado como un rechazo al PSC. Y en un contrasentido de nuestro ideario histórico, se volvió al nombre de Partido Conservador Colombiano, con solo mi voto negativo, en Convención Nacional reunida en Manizales.
Se había ganado, Pastrana, la jefatura del Conservatismo en pleno campo de batalla. Y pudo unirlo en torno a la candidatura victoriosa de Belisario Betancur, y en torno a la candidatura de Álvaro Gómez, a quien la admiración que se le profesaba nunca se convirtió en la victoria tantas veces buscada.
Las dificultades propias de la división vertical del partido las afrontaba, pero no les concedía prioridad, aunque tampoco concedía cuartel. Se resentía de la distancia que resurgía con Álvaro Gómez pues, inexorablemente, al día siguiente de las derrotas de éste reaparecía el divisionista histórico que se refugiaba en la iglesia aplaudiente de sus convencidos y leales seguidores. Desde allí oficiaba como el Sumo Sacerdote de una religión incomprendida. Tenía un sermón que se aplaudía, pero no se compartía. Era para las minorías selectas.
Misael Pastrana fue un convencido de que solo al estilo Belisario, volvería el Conservatismo al poder. Por eso, el triunfo de Andrés, en 1998, fue su ¡gran y póstuma victoria!