Monseñor Libardo Ramírez Gómez | El Nuevo Siglo
Sábado, 27 de Febrero de 2016
Cien emisiones de luz
 
Se han  completado, en estos días, cien Asambleas Plenarias de la Conferencia Episcopal de Colombia. Fue del 14 de septiembre 1908 cuando se realizó la primera Asamblea de esta gran organización que ha dado tanta luz a Colombia. Fue el Arzobispo de Bogotá, Bernardo Herrera Restrepo (1891-1928), quien la convocó y presidió.
 
Los nombres de los 15 participantes en esa primera Asamblea, cuatro arzobispos, nueve obispos y dos vicarios capitulares, son recordados con gran  aprecio en las distintas regiones de Colombia.  Al lado de Mons. Herrera, estuvieron los arzobispos Manuel José Caicedo, de Medellín; Pedro Adán Brioschi, de Cartagena; Manuel  Arboleda de Popayán. Entre los obispos estuvieron dos grandes servidores de la Iglesia, oriundos del Huila, el obispo de Garzón, Mons. Esteban Rojas Tobar, formidable apóstol; e Ismael Perdomo Borrero, en ese momento obispo de  Ibagué, luego arzobispo de Bogotá, de gran ciencia, piedad y entrega apostólica.  
 
Ha regalado Dios a la Iglesia en Colombia eminentes prelados llegados a Presidentes de la Conferencia, 12 en total, todos de gran calidad eclesial y patriótica. De muy especial aprecio han sido Mons.  Ismael  Perdomo, los cardenales Luis Concha Córdoba, Aníbal Muñoz Duque, Pedro Rubiano y Rubén Salazar,  y el  entonces  obispo de Garzón, José de Jesús Pimiento, hoy cardenal. Gracias a ellos, y a tantos obispos de las distintas épocas y regiones del país que ha sido trascendental lo actuado por la Conferencia.
 
En este amplio periodo de más de cien años, tuvo lugar el Concilio Vaticano II, preparado con sus proféticas enseñanzas por el gran Pontífice Pio XII, convocado por S. Juan XXIII, llevando a culminación por el Beato Paulo VI, con impulso denodado de S. Juan Pablo II, y vivencial enseñanza de los papas Benedicto XVI y Francisco. Los documentos de este Concilio tuvieron una magistral presentación en el documento del Episcopado Colombiano. “La Iglesia ante el cambio”, de 1969.
 
 Fruto de ese Concilio fue avanzar en la elaboración  de nuevo Código de Derecho Canónico, publicado en 1983, y la elaboración del Catecismo de la Iglesia Católica (1992), al cual se remite el papa Francisco como punto de referencia doctrinal, cuando frases suyas espontáneas las interpretan como salidas de tono.
 
Desde sus cien Asambleas Plenarias nuestra Conferencia Episcopal ha emitido luces sobre gran número de temas. En muchas épocas se ha acogido  esa voz de la Iglesia con entusiasmo y respeto, algo que ha mermado en estos últimos años cuando solo se quiere que el Papa y los Obispos secunden campañas contra el mismo derecho natural como el aborto,  o el matrimonio de parejas del mismo sexo, o que, sin reparos, se acoliten programas oficiales nada claros en educación sexual, o en procesos de paz que abran paso a ideologías materialistas, con exaltación de la lucha armada, y sin arrepentimiento de los que han perpetrado crímenes atroces. A las profundas enseñanzas que va dando la Conferencia en materias de su real competencia, poca o nula difusión se ofrece en la prensa o en cátedras. 
 
Se han tratado desde la Conferencia Episcopal temas como  la relación entre fe y razón, enseñanzas doctrinales, compromiso social y político del cristiano, campañas de paz iluminadas por el Evangelio y no por otras ideologías, lo dañino de la droga y del delito del narcotráfico, el cáncer de la corrupción en política y organismos gubernamentales, razón de ser de Concordato con la Iglesia de la gran mayoría de los colombianos. Innumeros han sido los servicios prestados al pueblo colombiano por pastores y fieles laicos que cumplen con su misión en cada una de las profesiones, realizados bajo el impulso permanente de esa Conferencia nuestra, con empeño entusiasta por los más de cien Obispos Residenciales y Eméritos, que estamos empeñados en colaborar hasta nuestro final terreno.
 
*Obispo Emérito de Garzón