Monseñor Libardo Ramírez Gómez* | El Nuevo Siglo
Domingo, 22 de Marzo de 2015

‘VARÓN JUSTO’

Ejemplo y protección

Dos  grandes y tranquilizantes beneficios se tienen en la vida cuando avanzamos tras ejemplos dignos de seguimiento, y cuando nos sentimos debidamente protegidos. Estos anhelados beneficios los experimentamos los creyentes cuando nos acercamos al “varón justo”, llamado José (Mt. 1,19), esposo de la Virgen de nombre María (Lc. 1,27), quien protege con grande sacrificios al débil Niño Jesús y a su madre encantadora de la perfidia del sanguinario Herodes (Mt. 2,13-15). Qué bien, entonces, que el mes de marzo esté consagrado a honrar a este dechado de virtudes y fiel protector.

El naciente “pueblo escogido” del Antiguo Testamento, en tiempo de Jacob (Israel), estaba en grave emergencia ante grande hambruna en región, y vino a encontrar sombra protectora en un primer José, llevado a Egipto (Gen. 37,12-36). Después de ser esclavo y prisionero (Gen. 38,1-23), pasa, por sus carismas, a ser Primer Ministro en Egipto, y allí pudo dar la mano a su familia, que llegaría a ser pueblo numeroso (Ex. 1,1-7), En el cual y con accidentadas épocas, se cumple la promesa hecha por Dios a Abraham, al llamado a “salir de su tierra y de su parentela…pues de ti haré una nación grande y te bendeciré” (Gen. 12,1-2).

Casi dos mil años después aparece el José del Evangelio, quien también encontró en Egipto el lugar para salvar de grave peligro al naciente nuevo “pueblo escogido”, cuyas bases echaría Jesús, frente a quien este  nuevo José daría ejemplo de sacrificada y honesta laboriosidad, con la que sustentaba su familia, modelo de hogares con todas las cualidades, de las que necesita la humanidad en todas las épocas, y que hemos de defender para su misma supervivencia. Ese sagrado santuario es sustentado y protegido, luego, por el apreciado carpintero de Nazaret. Esa célula familiar sería fundamento de naciones difundidas por el mundo entero, que han llevado luz y alegría a quienes acogen y difunden las gracias y bendiciones que comenzaba a proyectar ese Niño protegido por José (Jn. 1,12).

Es enseñanza de maestros de fe religiosa que en aquello en que alguien se ha destacado en su vivir terreno será eficiente intercesor ante Dios. Son tantos los aspectos en los que San José se destacó que podemos llamarlo a él, en forma similar a su esposa santísima, como otra “omnipotencia suplicante”. Su testimonio de fe, en medio de tan grandes pruebas y ser testigo de las debilidades de un Niño que se ha dicho es Hijo de Dios; su amor  sacrificado por Jesús y María fue inigualable; su purezaacrisolada que le permitió no dudar de la limpieza inmaculada de una Virgen Madre; su laboriosidad honesta e incansable que lo convirtió en providencia de la misma Providencia; su piedadsencilla que lo lleva a su diaria oración y anual peregrinación al santuario de Jerusalén. Son virtudes de indispensable cultivo para el cual está allí el apoyo seguro de este todopoderoso intercesor.

En relación con la buena muerte, en cuanto a superar penurias económicas y dificultades de unidad familiar, en protección en medio de tentaciones y guarda fiel de las distintas virtudes, son aspectos en los que cada día se toma testimonio en San José y muestra él visible protección. Sobre esa indefectible  intercesión, santos como Santa Teresa de Ávila dan convencido testimonio, hasta decir: “es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado santo”. Tantos apreciamos y amamos, en forma ilímite, a San José, por su ayuda espiritual, por gratitud a sus pródigos y visibles favores por él alcanzadas.

¡Salve mes de marzo, tan grato por el justísimo honor al “varón justo”, hacia quien nos sentimos impulsados a recurrir con seguridad de obtener tantas gracias! Todo ello nos esta diciendo, también hoy, como voz de Dios y de la Iglesia: “¡Acudid a José!”.

monlibardoramirez@hotmail.com

*Presidente del Tribunal Ecco. Nal.