Esa premisa a la que todos acuden para mostrar su superioridad, riqueza y fortaleza dentro de esta sociedad colombiana, sacude todas nuestras estructuras sociales.
Hay de quienes desconozcan la señal del índice superior, o del volumen del dinero. Así se gobierna, se maneja, se orienta y se obliga a actuar a este país.
Colombia hace parte de esta armazón. Don poder y don dinero no dan lugar para la liberación de este pueblo al que, por años solo le dan ordenes, quienes pregonan que: “usted no sabe quién soy yo”
Tenemos tres poderes, que a diario nos dicen que son independientes, pero que valga la realidad, están por fuera de esos principios que la democracia ordena y se convierten en ruedas sueltas a las que la politiquería, la economía y extraños intereses convierten en marionetas.
Hemos observado en estos últimos meses la forma como el ejecutivo y una desdibujada y feroz fiscalía, han puesto en aprietos al legislativo y al judicial que, aunque requieren reformas inmediatas, prefieren aplicar gordura a sus vistas.
En forma desmañada, ejecutivo, legislativo y judicial han entrado en una puja para culparse de la situación en que andamos. Tosca e irreflexiva fue la citación por parte del ejecutivo de enfrentar y “encerrar” a las Cortes, para impedir que Barbosa impusiera, en su reemplazo a quien tiene comprometedores enjuiciamientos. El rifirrafe envolvió a toda una ciudadanía que desconocía los caminos a seguir.
Entre tanto, la nación entera sigue atónita frente a una violencia que se riega por campos, ciudades y barriadas. La paz total ha resultado una farsa, una comedia y bofetada al país entero. Aparecen guerrillas, paramilitares y bandidos por todas partes, que ofrecen lo divino y lo humano durante diálogos que no cumplen.
Dicen no secuestrar por dinero, pero lo practican; reclutan niños, asaltan buses escolares como ocurrió en Piamonte Cauca. Ordenan paros armados, con los que amedrentan e intimidan a millares de colombianos en campos, selvas pueblos y ciudades. A quienes no asesinan a bala, condenan a muerte por hambre y falta de medicamentos como ocurre en la zona del rio San Juan en el Chocó,
Se han apoderado de ciudades como Tuluá, en el Valle, con grupos de asesinos microtraficantes que inclusive figuraban como funcionarios del municipio.
El “nadie sabe quién soy yo” lo aplican las guerrillas y la delincuencia común para robar y extorsionar. Hay criminales que buscan dinero y poder. Caminamos hacia un estado en abandono, rodeado por el odio entre la dirigencia, los tres poderes, la población, los partidos políticos y las diferentes etnias.
Existe una falta absoluta de autoridad, que ninguna de las extremas en que estamos divididos, endereza. Aquí hasta el presupuesto aprobado por el congreso, se irrespeta con reparticiones amañadas. El todos contra todos, amerita con urgencia, templanza y serenidad entre izquierda y derecha, si queremos sacar a Colombia de la hecatombe. Pensando con honestidad, podremos salir adelante.
BLANCO: El café colombiano se enfrenta al te en China y Asia. Buen cambio en Fedecafé.
NEGRO: Cuidado con la libertad de prensa. Solo la Flip condenó lo ocurrido el 8 de febrero.