La primicia la dio Pachito (aunque, confieso, no es el Santos de mi devoción porque, cuando era liberal, en su periódico escribía barbaridades contra Álvaro Gómez): Luciano Marín, alias Iván Márquez, líder máximo y supérstite de Marquetalia, Toma II, se fugó para Cuba, pagando escondederos a bolívar luego de que su alambrada de primera línea de protección (Santrich, El Paisa y Romaña) fuera derretida por las recontra-disidencias de las Farc, o quizás por el “Cartel de los Soles”, narco-militares que se apoderaron de Venezuela hace 20 años y que ya no querrían competencias desleales en el negocio del diablo.
Con el “mal de vereda” alborotado, Luciano de Narcotalia debe estar llamando a su excompañera permanente en la selva, Tanja Nijmeijer, reina de Holanda, quien en tiempos de Uribe se enroló en las filas rebeldes (animada por las mamertas ONGs europeas que creyeron, quizás de mala fe, que las guerrillas eran la salvación de Colombia) y probablemente se reencontrarán para vivir como los Reyes de Marquetalia en el exilio, en algún palacete que compren con toda la plata de las caletas que tenía escondidas el Secretariado, producto del narcotráfico, de las vacunas y extorsiones de tantos años duramente trabajados y conseguidos con el sudor de sus frentes de guerra.
Por dos años de diferencia no podrá encontrarse en la isla con don Fabio Vásquez Castaño, cofundador del Ejército de Liberación Nacional (Eln) en 1963 y cuya cuna quindiana se la disputan Calarcá y Pijao (pueblo desacelerado), enclavados en la Cordillera Central, cada pueblito diciendo: “aquí no nació, fue allá”. Fue cajero de bancos en Pereira y como le quedó gustando el billete se puso las botas pantaneras para cruzar las agrestes montañas santandereanas, donde comenzó a robar cajas fuertes en bancos, en compañía de un grupo de estudiantes de la UIS especializados en La Habana en las ciencias de la dinamita.
En 1973, dice la Historia Patria, en virtud de la Operación Anorí del glorioso Ejército de Colombia, se logró neutralizar a tres comandantes elenos, incluyendo a dos hermanos de Fabio quien, luego, fue sometido a un juicio revolucionario en ausencia, liderado por el inefable "Gabino", Nicolás Rodríguez Bautista, actual comandante del Eln, cargo que compartió con El Cura Pérez (qepd), alias “Poliarco”, oriundo de Zaragoza, España, quien arrastró a otros dos curas revolucionarios, José Antonio Jiménez y Domingo Laín, para venirse a echar plomo a las montañas de Colombia, inspirados en el también sacrificado sacerdote Camilo Torres. El cura Pérez, dice la letra menuda de la prensa rosa, hizo vida extramarital, en dañado y punible ayuntamiento, con alias “Mónica”, una exmonja guerrillera, a quien seguramente hoy identificarán como “Sor-presa”.
Vásquez Castaño, relativamente privilegiado por la vida, se pudo dar el lujo de fallecer de muerte natural hace poco en la Habana, arañando los 80 abriles, mascando habano, chupando ron y rumiando las desdichas propias de su miseria humana; habiendo sido izquierdo toda su vida, terminó sus días estudiando derecho y más pobre que un ratón de iglesia.
Post-it. Ejemplar viaje a Cali hicieron los indígenas el pasado 10 de diciembre: pernoctaron en Univalle Resort, marcharon pacíficamente, cantaron, bailaron, se regresaron al Cauca y nadie supo qué trajeron de equipaje.