A raíz del debate por el bombardeo en el Caquetá que a la postre obligó la renuncia del ministro de Defensa, Botero, escribí una columna que se tituló “Entre el DIH y la Ética Militar”, la cual -después de llamar la atención sobre la baja temperatura ética tanto de la sociedad colombiana como del Ejército- cerré con un interrogante: ¿era el bombardeo la única opción táctica que tenía a la mano quien la ordenó?
Hoy día, aunque dicha pregunta sigue siendo válida para el debate a raíz del bombardeo en el Guaviare, abordemos el asunto desde la perspectiva de la interpretación de la Constitución que, según parece, hace el gobierno Duque. Interpretación que, todo indica, no es más que una forma de disimular su falta de visión estratégica, y de paso de ética pública, para acometer las amenazas a la seguridad que aquejan a la Colombia de hoy.
Para el efecto observemos la postura pública de quien tiene el deber de hablarle al oído al presidente de la República en los temas gruesos de la Seguridad Nacional, para que a su vez aquel dirija al Ministro de Defensa. Me refiero al Consejero Presidencial para la Seguridad Nacional, quien en un trino ilustrando una entrevista en un noticiero de TV afirmó: “El cumplimiento de la misión constitucional de las FFMM no se detendrá. Las operaciones militares continuarán, incluidos los bombardeos, con apego absoluto a las normas de derecho internacional humanitario” ¡De admirar la fidelidad y contundencia legal -“Paz con legalidad”- del consejero presidencial!
Pero analicemos su afirmación. Dice la Constitución en su artículo 217 que “Las Fuerzas Militares tendrán como finalidad primordial la defensa de la soberanía, la independencia, la integridad del territorio nacional y del orden constitucional”. Es decir, su razón de ser está en defender al Estado (y a la sociedad) de amenazas (o peligros) a su supervivencia. Y entonces surge una pregunta: ¿En qué consiste la afectación o amenaza a la soberanía, la independencia y la integridad del territorio nacional y el orden constitucional, de Gentil Duarte y su banda?
Ahora bien, bajo el supuesto de que se esté reeditando la guerra interna con las disidencias de las Farc, miremos hacia el DIH y preguntémonos si - bajo la apariencia de que dicha banda representa los mencionados peligros para la supervivencia del Estado- ¿es la letalidad de un bombardeo el medio más proporcionado y efectivo para defender al Estado o para, como dice el Mindefensa, desarticular la banda evitando que siga convirtiendo niños en “máquinas de guerra”?
La realidad es que el vacío de visión estratégica en el gobierno ha hecho que este busque repetir la experiencia del ministerio de defensa de Santos, cuando bajo su no disimulada admiración por la estrategia de Israel para sobrevivir en medio de los árabes, adoptó el criterio de “neutralizar” con la letalidad aérea los “blancos de alto valor estratégico”.
Y todo lo anterior ocurre en un país que ansía llegar a la paz político-social.
@CarlosAlfonsoVR