Tranquilos, el paro nacional citado para el 21 de noviembre no es el primero, ni será el último en nuestra bella Colombia. Aquí los paros han sido una tradición por muchas décadas.
Los colombianos no sabemos concertar antes de pelear. Aquí se hacen paro, manifestaciones, marchas o protestas, generalmente violentas, con vidrios rotos, papas bomba, saqueo, incendios, heridos y hasta muertos, antes de sentarse a una mesa de concertación; así es como por años se han hecho las cosas y, desgraciadamente, parece que así se continuarán haciendo.
Al presidente Iván Duque, los estudiantes y maestros, acompañados por indígenas y otros grupos, claramente aupados por la izquierda madurista, le hicieron un paro general cuando llevaba pocos días en el gobierno, cuando aún no se habían cumplido ni los 100 días de “luna de miel” que se acostumbra a dar a los gobernantes. Querían, entre otras cosas, más dinero para la educación, la infraestructura de las universidades, etc. Todo muy bien, pero esas deficiencias venían de gobiernos anteriores ¿por qué no se habían manifestado antes? Finalmente, se concertaron verdaderos avances que seguramente se hubieran obtenido sin necesidad del agresivo paro.
Violentos paros han enfrentado todos los gobiernos sin excepción. Juan Manuel Santos sufrió uno de camioneros que le costó miles de millones a la nación y un duro revés a la economía. ¿Justificable?
Y así puedo darles cientos de ejemplos: recuerden en los 60’s las revueltas en la Universidad Nacional, y otras, que dejaron sin estudio, por años, a miles de estudiantes, demorando su proyecto de vida y costándole millones a la nación que bien podían haber sido utilizados precisamente en mejorar la educación.
La destrucción de bienes públicos y privados, buses, estaciones, oficinas de gobierno y comercio son algunos de los resultados de estos eventos.
Lo feo es que casi siempre la chispa para estos paros proviene del extranjero. Durante la guerra fría las ideas comunistas fueron importadas de la Unión Soviética o de la línea Mao. La Internacional Comunista estuvo presente en Colombia durante el 9 de abril; nadie cree que esto fuera una coincidencia. La injerencia de Cuba, con su constante propósito de exportar su revolución a nuestro suelo, no ha cejado desde que Fidel se tomó el control en 1959.
Hoy el Socialismo del Siglo XXI, o sea el renacimiento del comunismo del siglo XX, organizado por el bien conocido Foro de Sao Pablo, es la fuerza detrás de mucho de lo que está ocurriendo en Colombia y en el continente.
El 21 habrá en Colombia una marcha, gallopinto, se unirán muchas corrientes. ¿En contra de qué? No es claro. Lo que si es claro es que muchos están pescando peligrosamente en río revuelto. Una reina de belleza sale del anonimato invitando a marchar, dizque: ¿para que el presidente nos escuche? Naturalmente a Petro le pareció ¡Divina!
La iglesia católica trata de recuperar su liderazgo perdido invitando a marchar, dicen: ¿por la unidad del país?
Ojalá alguien marche contra los crímenes de las disidencias de las Farc, los narcotraficantes, mineros ilegales y asesinos sueltos que andan por ahí y contra el reclutamiento de menores.
Ojalá este paro sea un movimiento cívico que nos haga más incluyentes y democráticos, no un grito de odio y destrucción.