No pelear con Washington | El Nuevo Siglo
Martes, 20 de Junio de 2017

Marco Rubio es un senador republicano por Florida y exprecandidato presidencial de origen cubano. Es un hombre poderoso en Washington. Mario Díaz-Balart , también de estirpe cubana, es representante republicano por el sur de la Florida. Suelen coincidir en políticas que tengan que ver con Cuba y Latinoamérica.

Aparentemente tuvieron mucha influencia en el reciente cambio de posición de los Estados Unidos sobre Cuba anunciado por Trump como desarrollo de su campaña presidencial. Había prometido desmontar la política de Obama sobre Cuba, que se decidió sin ninguna exigencia o reciprocidad del gobierno cubano, y, aunque no lo hizo totalmente pues mantuvo abierta la embajada, sí adoptó medidas como aquellas sobre los negocios de compañías americanas con compañías propiedad o controladas por los militares cubanos y anunció que los viajes de gringos a Cuba deben ser puramente turísticos. El discurso, como todos los suyos, fue muy retórico, como si todavía estuviera en campaña, como le sucede también a Santos.

El gobierno cubano, sin embargo, aunque fue claro en afirmar que hay un retroceso en las relaciones entre ambos países, manifestó su voluntad de atender la invitación de Trump a revisar conjuntamente las políticas entre las dos naciones. 

Mientras Trump hablaba en un teatro de la Pequeña Habana, se iniciaba también en Miami una conferencia de dos días sobre “Prosperidad y Seguridad en Centroamérica”  copatrocinada por los Estados Unidos y México, con la presencia de los presidentes de El Salvador, Guatemala y Honduras, a la que asistiría el vicepresidente  Mike Pence.

Se rumora que, ante la posibilidad de que Trump endureciera sus políticas hacia Cuba, éste gobierno habría presionado a Colombia para que boicoteara la Cumbre Centroamericana. Colombia habría expresado a los Estados Unidos  su deseo de que el anuncio de Trump se pospusiera una semana y que Rubio aconsejó a la Casa Blanca  enviar un mensaje al gobierno colombiano manifestándole que sus acciones podrían poner en peligro lo que queda de los 450 millones de dólares del Plan para la Paz de Colombia aprobado por Obama y que Díaz-Balart habría hecho llamar a la embajada colombiana diciendo que el país debería mantenerse afuera del caso cubano o enfrentar “consecuencias”.

Según Marc Caputo en Politico Magazine (Cuba power-play with Colombia draws Rubio ire) “Rubio estaba ‘aterrado (appalled)’  con la noticia (sobre Colombia),-aunque sabía que la Casa Blanca no sucumbiría ante estas amenazas”. A todas estas, el gobierno colombiano rechazaba la carta del embajador Kevin Whitaker a la Corte Suprema en la que reclamaba por la libertad de “Nader”, el secuestrador convicto de un ciudadano norteamericano, y desechaba los reclamos gringos por el exorbitante incremento de las áreas sembradas de coca.

Entretanto, la ministra de Relaciones Exteriores se sentaba a manteles en Oslo con el terrorista Timochenko.

Y ya no está Juan Carlos Pinzón para arreglar las cargas en Washington.

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Coda uno: Parece que la MUD va por una huelga general en Venezuela. Lo he dicho muchas veces: sólo bloqueando el embarque de petróleo se puede tumbar el régimen.

Coda dos: No digo que me gustó que el Concejo de Bogotá negara el proyecto de valorización porque hay obras que se tienen que hacer. Pero ojalá eso impida el exabrupto de construir un TransMilenio y no un tranvía por la séptima.