Por estos días el saliente presidente de Estados Unidos parece omnipresente -a pesar de su inopinada discreción-, en parte forzada por la exclusión impuesta por las redes sociales; y no obstante lo insustancial de su agenda cotidiana, que, sin que ello implique nada, hace recordar a Luis Capeto, escribiendo “Rien” en su diario personal el 14 de julio de 1789. Por donde se mire, ahí está él, más protagonista que nunca, para regocijo de su narcisismo patológico, y, sin duda, para bochorno de una nación descolocada.
Semejante omnipresencia puede distraer de otras cosas que también tienen relevancia para el mundo (y para los propios Estados Unidos). Lo sabe, mejor que nadie, el todavía presidente electo, Joe Biden, que todo quisiera, menos que el juicio político a su predecesor ensombrezca -o peor aún, entorpezca- el arranque de su administración. Así se lo ha hecho saber, explícitamente, al Senado, en cuyas manos estará la suerte del impeachment aprobado en la Cámara de Representantes la semana pasada.
Definitivamente, en el mundo no todo es Trump. Mientras se produce la accidentada transición presidencial en Estados Unidos, ha tenido lugar también la transición al frente de la CDU, el partido de Ángela Merkel. Es el preludio de la transición que se producirá en el gobierno alemán como resultado de las elecciones del próximo mes de septiembre. No cabe duda de que es el fin de una era. Tras 16 años, Merkel no sólo ha sido testigo y protagonista de momentos clave de la historia y la política internacional, sino que su liderazgo ha sido pilar de estabilidad y paradigma de prudencia política, en tiempos en los que ambas escasean. No parece desproporcionado afirmar que la sucesión de Merkel es tan importante en la escena global como la de Trump, que, en muchos sentidos representa su antípoda.
Entre tanto, y justo un año después de anunciar que no había evidencia reportada por las autoridades chinas del contagio humano-humano del virus del covid-19, ha llegado por fin a Wuhan la misión de la OMS encargada de investigar el origen de la pandemia. No sin que Pekín haya puesto algunos obstáculos, y sin que China renuncie a intentar controlar la narrativa sobre su responsabilidad, con el método usual: silenciando críticos y encerrando disidentes.
Recientes reportes de la Agencia Internacional de Energía Atómica señalan que Irán ha dado otro paso adelante en su programa nuclear, enriqueciendo uranio más allá del límite del uso civil, y en contravía de los términos del Plan Integral de Acción Conjunta de 2015 -el mismo que abandonó Donald Trump en 2018, y que no le resultará nada fácil resucitar a Joe Biden. Y hablando de otros desafíos nucleares, el de Corea del Norte, que acaba de presentar un nuevo tipo de misil, sigue siendo el detonante potencial de conflicto más grave que podría estallar este año.
Hay mucho más que Trump pasando en el mundo. Y, acaso, mucho más importante.
*Analista y profesor de Relaciones Internacionales