Hace tres años, el 4 de enero de 2016, un gobierno que se decía democrático, en complicidad con un contralor que se decía adalid de la transparencia, le asestó a Fedegán un golpe de mano, envileciendo la Ley y las instituciones para utilizarlas como instrumento de retaliación contra un gremio cuyo único pecado fue no callar, fue atrevernos a expresar públicamente nuestras diferencias, ese derecho sagrado de la democracia, despreciado por Santos en las urnas del plebiscito y, de contera, convirtiendo en enemigos de la paz y de su gobierno a quienes no se plegaron a las condiciones ilegítimas de las negociaciones con las Farc.
Este 4 de enero de 2019, se cerró un capítulo de ignominia; se anuda con fuerza, una vez más, el hilo roto de la Ley 89 de 1993, que habilita al gobierno a contratar con Fedegán la administración de la parafiscalidad ganadera. Firmé con el ministro Valencia el contrato entre la Nación – Ministerio de Agricultura y Fedegán, para la administración del Fondo Nacional del Ganado.
Los ganaderos, sin embargo, solo miramos hacia atrás para honrar nuestro pasado, para aprender de la experiencia y para tomar impulso. Hoy no hay otro camino que mirar hacia delante para construir futuro; hoy lo importante es que, a partir de tan devastadora experiencia, no solo Fedegán, sino todos los gremios y todas las organizaciones de la sociedad civil puedan exclamar: ¡Nunca más!
Nunca más, ni la Ley ni las instituciones del Estado serán usadas para perseguir a las personas o a las organizaciones que expresan en libertad sus diferencias con el gobernante.
Nunca más, las personas ni las organizaciones serán perseguidas por expresar con respeto, pero con dignidad y entereza, sus posiciones ideológicas y, por lo tanto, “políticas”, frente a las decisiones que las afectan.
Nunca más el servidor público dejará de serlo para convertirse en actor de sus propios intereses y mezquindades, en contra del ciudadano y de sus diferentes formas de asociación.
Nunca más el Estado, más allá de sus competencias de ley, intervendrá indebida y malintencionadamente en las organizaciones de la sociedad civil, para castigar a unas por disentir y favorecer a otras para comprar apoyos a sus políticas.
Nunca más la relación entre el Gobierno y los gremios, y en consecuencia, las políticas públicas que afectan a los sectores productivos, estarán supeditadas a la adhesión incondicional al gobernante.
Nunca más un gobierno elegido por los ciudadanos se atreverá a vulnerar los derechos constitucionales a la libre empresa, la libre asociación, la libre expresión y a la iniciativa privada, que están la base de nuestro ordenamiento político y económico.
Nunca más las organizaciones de control y vigilancia, encargadas de defender al ciudadano y a sus organizaciones contra el abuso del gobernante y del Estado en general, se volverán en contra de quienes deben proteger constitucionalmente.
Nunca más un gobierno traicionará la confianza legítima que está obligado a ofrecer a sus gobernados y que, por lo tanto, se convierte en derecho ciudadano y en soporte legal del emprendimiento, que hoy es bandera del nuevo gobierno.
Hoy cesó la horrible noche de Fedegán y se despeja el camino para la colaboración armónica con el Gobierno en pro de la ganadería y del campo como factor de desarrollo. Las heridas fueron profundas para la institucionalidad gremial y los daños enormes, con la pérdida del estatus de país libre de aftosa en primer lugar. Pero no hay tiempo ni espacio para mirar atrás, como no sea para repetir y señalar hasta la saciedad: ¡Nunca más!
@jflafaurie