Este martes 9 de junio se cumplieron 25 años del operativo que desarrolló un grupo especializado de la Policía Nacional para capturar al más buscado narcotraficante de la época, Gilberto Rodríguez Orjuela. Este exitoso golpe fue el resultado de una ardua tarea contra las organizaciones de narcotraficantes que en aquel tiempo azotan el país pretendiendo, amparados en una economía boyante producto de actividades ilícitas, tener injerencia en temas de tan alto caldo como lo es el andamiaje jurídico.
Los que tuvimos la suerte de vivir esos momentos tan álgidos, fuimos testigos del profesionalismo, dedicación y entrega de los hombres responsables de estas misiones, y podemos dar fe del esfuerzo puesto en todos y cada uno de los operativos desarrollados con miras a capturar estos tenebrosos personajes, quienes sabiéndose objetivo de la Institución, no escatimaron esfuerzos ni erogaciones pecuniarias para evitar que el brazo de la justicia que los reclamaba con vehemencia cayera sobre ellos y sus mafiosas estructuras. Fueron épocas difíciles pero salpicadas de retos profesionales que desafiaban tanto las capacidades personales como la disposición de inteligencia institucional, a tal punto que capturar a los dirigentes de esta organización delictiva se convirtió en reto ya no institucional, sino del país en genera.
Resuena inmutable en nuestra memoria aquella frecuencia con que la administración del Estado se preguntaba por los resultados de esta tarea y los mandos policiales debían soportar presiones inimaginables, que hombres del Bloque de Búsqueda ignoraban. Cuando amanecían los colombianos peguntándose -¿qué pasa con el ajedrecista que sigue burlando las autoridades?- estaban las autoridades con trabajo de 24/7, incluidos los mandos y directivos presentes en todo lugar y momento. Recordemos que las comunicaciones y la tecnología jugaban a favor de los delincuentes, obligando al grupo investigador a reinventarse para evadir vigilancias conformadas por personas de diferentes disciplinas, orientadas al servicio del narcotráfico. ¡Dura realidad! Es imperioso reconocer el aporte y compromiso de organizaciones como la DEA, CIA y FBI que facilitaron medios y tecnología.
Pero más que el dinero, tretas, presiones y los pactos, pudieron la Ley y la justicia, encarnadas en efectivos policiales destinados a esta delicada misión. Fueron largos ayunos, innumerables seguimientos, interminables vigilancias, pero el rompecabezas se armó y el jaque llegó en el momento indicado, al lugar esperado y la hora señalada. No puedo ser infidente y narrar estrategias que no han perdido vigencia, pero si algo sobresalió en esta operación fue la honestidad, integridad ética y decencia de los hombres y mujeres policías. El reconocimiento al Director de la Institución es más que valedero ya que su dedicación y perseverancia impulsaron y animaron en todo momento, “aún de frustración”, a la cúpula policial y mandos del Bloque, pues quedó, con este ¡operativo sin mácula!, a salvo la institucionalidad colombiana.