ORLANDO CANO VALLEJO | El Nuevo Siglo
Martes, 30 de Octubre de 2012

El empleo

 

El principal objetivo de la reforma tributaria que cursa en el Congreso, además de equidad y simplificación impositiva, debería ser formalizar y crear empleos.

El espíritu de la propuesta gubernamental no es subir tarifas ni crear impuestos. Así las cosas, su articulado podría apuntar a condiciones atractivas para que con menores cargas, el sector privado pueda incrementar la nómina.

Sin que el estatuto tributario se convierta en reforma laboral, sí debería, con menores cargas a empresas, estimular enganche de más trabajadores y formalización de plazas.

Si Gobierno y patronos quieren que el esquema resulte atractivo hay que proceder con vigor para que quienes hoy laboran fuera de nómina, a través de cooperativas, puedan ingresar directamente a las empresas.

No puede ser que cientos de miles de personas trabajan sin que los contrate una compañía. Se vinculan mediante cooperativas de trabajo temporales que son las que reciben y se quedan con el grueso del pago.

A estas gentes hay que vincularlas al aparato productivo, sin intermediarios. Que el ingreso sea de ellos y que las firmas, en lugar de girarles unos dineros a cooperativas, paguen mejor y directo a sus trabajadores.

Cuál es la gracia de que una compañía vincule por medio de cooperativas, incurriendo en mayores costos laborales, en lugar de formalizar a todos sus trabajadores. Meterlos a todos en nómina.

Eso es solidario y responsabilidad social. Prácticas de buen Gobierno

Mayores recaudos que tendrán que asumir los más pudientes en virtud de lo planteado en la reforma tributaria por el Minhacienda, Mauricio Cárdenas, no debilitarán la iniciativa privada que siempre ha respondido por creación de empleo.

Habría que focalizar incentivos tangibles a empresas que metan en nómina a quienes hoy andan en informalidad o a merced de cooperativas.

Equidad social del paquete tributario debe transmitir confianza a consumidores, inversionistas, asalariados e independientes.

Clima de incertidumbre alrededor de lo que será o no gravado, causa debilidad política al proyecto.

Quienes ganan hasta un poco más $ 3 millones al mes no tendrán ningún tipo de retención, nada que no paguen hoy.

De ahí en adelante vienen quienes responderán en parte por el peso de los impuestos, aunque en mínimos porcentajes, según el Minhacienda.

Urgente que inclinación en balanza de ingresos a favor de los pobres, no cause distorsiones ni castigue demasiado a empresas. Remover impuestos a nómina ayuda.

Si el recaudo no somete a quienes hoy ya pagan bastante, empresas y personas naturales, se darán condiciones favorables para estimular empleo y abrir negocios, otro ingrediente vital que debería contemplar el proyecto.

Si la reforma es progresista y no ahuyenta inversores habrá apertura de nuevas compañías y ambiente para contratar mano de obra.

El peor gravamen a los pobres es el desempleo.