ORLANDO CANO VALLEJO | El Nuevo Siglo
Lunes, 24 de Octubre de 2011

Salir o quedarse

Las  votaciones del domingo 30 de octubre en Colombia constituyen una nueva oportunidad democrática para elegir el cambio, o quedarse en casa esperando que otros decidan, bien o mal, el rumbo nacional.

Lo primero, determina el norte de pueblos y ciudades, eligiendo dignos alcaldes, gobernadores, concejales y ediles. Lo otro, es dejar que la historia pase y juzgue nuestra actitud pasiva frente al libre ejercicio de la democracia.

Quienes plantean en público y en privado, un giro dramático en el manejo de los recursos públicos, la salud, la educación, el empleo, la equidad y la renta, deben apostar en esta justa democrática regional.

Los sectores populares que andan molestos por el rumbo de la educación, las tarifas de servicios públicos, la pésima infraestructura, los líos de movilidad y la inseguridad, tienen sin duda, una oportunidad para expresar qué tipo de cambio es el que quieren para sus pueblos y ciudades.

El manejo de la economía local va a estar en manos, a partir del primero de enero de 2012, de quienes sean electos el domingo 30 de octubre. Urge votar por los mejores sin pretensiones mezquinas, partidistas y menos, por interés económico. El voto no tiene precio. El sufragio no se subasta. En las mesas de votación no debe haber cupo a la corrupción.

El voto es sagrado y no equivale a un mercado ni a unos pesos. Si queremos el cambio en el curso de los acontecimientos nacionales, y evitar un nuevo virus de corrupción en el manejo de nuestros recursos públicos, hay que dar ejemplo. Profesar es fácil, aplicar es lo que vale.

La economía nacional se alimenta de las regiones. El impacto de las unidades productivas locales es fuerte sobre los agentes económicos del país. A la Nación le va, según le va a la provincia. Las locomotoras de la prosperidad ganan fuerza si los vagones de las regiones la impulsan. Si las localidades están mal administradas, el tren del desarrollo no avanza.

Resulta determinante para una economía de regiones como la colombiana, que quienes gerencien la administración pública sean rigurosos, capaces y honestos. Que no se pongan en riesgo las transferencias, que la riqueza del petróleo, el oro y el carbón se multiplique en obras civiles, que el café y las flores generen empleo, bienestar y civilización en zonas de cultivo.

De la transparencia del voto saldrán los buenos alcaldes y gobernadores. Con marrullas políticas e intereses particulares, podrían ganar aquellos candidatos que muy seguramente terminen en la cárcel.

En las urnas se decide si queremos de lo mismo o vamos a abrirle paso a una democracia firme con actores capaces e incorruptibles.